Estampas

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Viernes, 14 de enero de 2022

El “junto los distintos” y la “batalla cultural” son fantasías piadosas, sirven a los buenos para no enfrentar la realidad. ¿De verdad a nadie le parece humillante luchar por el 25% de español en Cataluña? La realidad es que hay que adoptar una actitud drástica con los malos: esos brujos de la tribu la lengua y la nación cultural. No existen tales naciones culturales. Las lenguas se miden por su alcance en millones de hablantes y por el poderío cultural que han generado y generan. Los demás son jergas minoritarias y por tanto inferiores en términos culturales y sociales. Nunca han sido una riqueza cultural, son y han sido una potala para la civilización y el progreso. A menos tribus, más ciudadanos.

Las ficciones de juntos los distintos y las naciones culturales (devenidas en entes reaccionarios, vampíricos y enemigos de la nación española, la única nación que hay en España) sólo han producido legiones de mantenidos, fanáticos, ladrones y asesinos sentimentales. La fuerza puede evitarse hasta cierto punto, pero llegado el momento se hace necesaria si se quiere preservar la democracia y la libertad. La palabra diálogo ha dejado de tener sentido en España, donde tiene lugar un golpe de estado blando (o cambio de régimen) encabezado por un PSOE aliado de fuerzas tribales y de la izquierda radical. ¿Diálogo? Una mesa de diálogo en España es una mesa donde se sientan de un lado putas beatíficas y del otro, chulos navajeros.

Lean un poco de Historia. Mírense en el espejo cubano. Quien renuncia a la fuerza para defender la libertad renuncia a la libertad.

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Jueves, 13 de enero de 2022

A pesar del férreo, burro y pacato silencio de la prensa izquierdista española (casi toda) a propósito de la publicación de mi Eros y política, este sigue proporcionándome grandes alegrías. No sólo por las ventas, también por la manera en que se propaga su existencia entre los lectores (¡algunos en Australia!), y por las opiniones que van dejando estos lectores aquí y allá:

“Políticamente muy incorrecto y descarado. Crudo retrato sexual de los politicos españoles, entre el morbo y la ironía. No apto para mojigatos”.
Carlos.

“Un libro inteligente, ameno, bien humorado, incisivo, elegantemente escrito y que respira alegría y libertad”.
Paco G.

“Un libro magnífico, irreverente, saludable.”
Jesús M.

“To all the so-called political satirists out there: if you aren’t Juan Abreu, you’re doing it wrong. Yes, yes, political and social awareness are important, but they come later. First you need to be free, and most of us have no idea what that means. Juan may be the last free man we have left, and he is here to teach us”.
Sam.

“Is too brilliant and devastating to pass up”.
Drumming as art.

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Miércoles, 12 de enero de 2022

“Existe una avispa parásita (icneumónidos) que inyecta sus huevos directamente en el interior del cuerpo de (por ejemplo) una oruga. Las ventajas de la avispa parásita son obvias: su prole está cómodamente protegida en el interior de otro ser, y al nacer tiene comida en abundancia a su alrededor”.

La oruga (lenta y aparatosa) es España. La avispa parásita, sus autonomías. Los huevos, los alumnos de los sistemas educativos regionales antiespañoles. Las crías, los futuros independentistas tribales que devorarán el cuerpo de la oruga, de la nación Española quise decir.

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Martes, 11 de enero de 2022

Si algo está claro en el bruto, ruin y, digámoslo, putrefacto, escenario político español, es que el único nacionalismo que es anatema, que ha de ser condenado y perseguido, es el nacionalismo español. El corrupto, racista, nacionalismo catalán, el racista y asesino nacionalismo vasco, el nacionalismo valenciano, balear o gallego, por sólo mencionar algunos, son perfectamente aceptables, tolerables, financiables y democráticos. Se puede, incluso, gobernar con ellos. Se puede gobernar con un etarra, con un castrista, con un chavista, con un comunista, con un racista, pero no con un españolista. Es una situación singular.

Dudo que exista a estas alturas solución para la decadencia moral y política española. Pero una cosa sí me parece evidente. Ningún votante al que quede algo de vergüenza (o de sentido común), debería votar por partidos que no propongan de forma clara y abierta ilegalizar al partido Bildu y desmantelar el balcánico régimen autonómico. Los partidos políticos que no planteen esas imprescindibles medidas, sólo están jugando el mismo juego politiquero y corrupto que ha jugado la política española durante los últimos cuarenta años. Y ya saben ustedes dónde nos ha llevado ese juego: nos ha llevado hasta Otegui hombre de paz.

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Lunes, 10 de enero de 2022

“Si la historia es una sucesión de ideologías sobre la inmortalidad, entonces los problemas del ser humano se pueden interpretar directamente en contra de esas ideologías —todo lo que abarcan, lo convincentes que son, con qué facilidad consiguen que el ser humano se sienta seguro y a salvo en su heroísmo personal—. Lo que caracteriza a la vida moderna es el fracaso de todas las ideologías tradicionales sobre la inmortalidad para absorber y acelerar la sed del ser humano de autoperpetuación y heroísmo. En la actualidad, la neurosis es un problema muy difundido debido a la desaparición de dramas convincentes de apoteosis humanas heroicas.”

Dos libros han cambiado mi manera de saber, La tabla rasa, de Steven Pinker y El gen egoísta de Richard Dawkins; y ahora, a estos se añade La negación de la muerte de Ernest Becker. Luego están las memorias de Casanova que es el mejor libro que he leído, un libro que no necesita explicar para hacerme saber, le basta con contar.

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Sábado, 8 de enero de 2022

En Santiago de Compostela, comienzo a escribir algo que parece una novela corta o noveleta, que decía Reinaldo y nuestro grupo de escribidores insurrectos en la pavorosa. Ya tengo escrito el comienzo y tengo escrito el párrafo final. Y tengo lo más importante, el tono. Ahora sólo me queda rellenar el espacio entre ese comienzo y ese final. No soy un hombre de letras, mucho menos un literato: tiene que venir y si no viene no. No persigo la verdad, persigo el ritmo.

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Viernes, 7 de enero de 2021

Leo en El Manifiesto que las feministas han descubierto el sexo con el reino vegetal. Ecosexo se llama la cosa. Me parece bien. Pero. Van retrasadas. Ya en la década de los años setenta del pasado siglo, en la isla pavorosa, tuve alegre comercio carnal con una mata de plátanos. Tan progresista ayuntamiento tuvo lugar en un campo de trabajo forzado donde me encerró, acusado de vagancia, la Gran Revolución. Mujeres no había, y no sé si ustedes han estado en uno de esos campos de trabajo, pero declararse maricón en aquel lugar (aunque fuese en una muy pequeña medida, y sólo por las circunstancias en la que nos encontrábamos, podía ser suicida). Así que optamos, ni se les ocurra que el mío era un caso aislado, por follar (templar o singar en jerga pavorosa) con las gráciles matas de plátano. Sólo tengo cosas buenas que decir de mis relaciones sexuales con el reino vegetal. Por otro lado, nuestras frutales compañeras siempre estaban dispuestas, lo que nos parecía (y aún me parece) una gran cosa. Se escogía a la pareja sexual entre una multitud (otra gran cosa), se le abría un agujero a la altura adecuada, tarea sencilla porque los troncos (o seudotallos) eran y son blandos, e introducíamos el pito. Ah qué jugos, qué babosidad perfecta, qué manera dulce de acogernos.

La práctica de sexo con el reino vegetal es minoritaria, a pesar del esfuerzo de muchos zumbados profesores universitarios en USA. Hay que incrementarla. Yo recomiendo encerrar al menos un año en campos de trabajo forzado de la isla pavorosa a las feministas y sus mamalonazos profesores ecosexuales. Todo sea por la causa.

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Jueves, 6 de enero de 2022

Hoy un artículo (que no vale nada, simplón y golosinas traigo para la chusma) sobre una de mis heroínas, Margaret Whigham, la duquesa de vida libertina que, según la cuenta que llevaba con íntimo regocijo, acumuló 88 amantes y, qué maravilla, se retrataba (polaroids, qué es lo que había en su época) chupándosela a algún afortunado varón. A mi una mujer que me diga, quiero tener una foto chupándotela, en ese instante deja de ser una mujer y se convierte en una diosa. Mi muy admirada Margaret, de joven una belleza imponente, de rostro que clamaba a sonoros gemidos su hembracidad. En algún momento, el duque encontró las fotos y la lista (qué detalle delicioso y significativo la lista) de amantes de Margaret y pidió el divorcio y el divorció constituyó uno de los más notorios escándalos de la hipócrita sociedad que padeció mi adorada Margaret. El marido era un pobre tipo que no estaba a su altura ¡Tener una mujer con ese nivel de hembracidad y no postrarse ante su alegría (si el sexo no es alegría, qué es) y ante su alcurnia sexual!

“Guarra” e “inmoral” llamaron y continúan llamando a la duquesa. Pero. ¿Qué hay de guarro o de inmoral en una mujer chupándosela a un hombre, en la foto de una mujer chupándosela a un hombre? Nada. Pocos momentos más hermosos y nobles nos depara la vida fugaz.

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Miércoles, 5 de enero de 2022

(3) Dondequiera que se mire en la ciudad y en sus aledaños y llegamos hasta las varias rías y sus pueblos adormilados en la roca viva, todo limpísimo. Me sorprende gratamente. Viniendo de Barcelona tiene el mayor sentido que me sorprenda esta limpieza, allí donde quiera que se mire hay un montón de basura especialmente en la alcaldía donde medra y prospera gracias al aventurero francés Valls la basura mayor, la alcaldesa. Qué limpios y cívicos los indígenas de esta región me digo y debo reconocer, para no ser mezquino, que algún mérito corresponderá también al Gobierno regional. Encaramado en una piedra que debe llevar mil años en su lugar frente al Atlántico de encrespadas olas y de corrientes frenéticas vuelvo a rendir tributo a los navegantes españoles que cruzaron ese océano imponente en barquichuelos y nos llevaron a los salvajes indígenas del otro lado de las grandes aguas la sin par cultura occidental, su máquina civilizadora adjunta, y el gran idioma español. Hay que ser agradecido. El viento inclina los pinos y la sal unta el cielo.

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Martes, 4 de enero de 2021

(2) En el jardín del hotel hay unos robots y detrás de la gruesa tapia de piedra un riachuelo. Los robots cortan el césped. Los veo, asomado a la ventana de la habitación. Enseguida mi cerebro los relaciona con el mundo de El gen de Dios, pero le digo que no, que en relación con mi novela estos robots están atrasadísimos. ¿Ya no te acuerdas de mi novela? Bueno. No te preocupes. Yo tampoco me acuerdo mucho de mi novela. Paseamos por el llamado casco viejo y en el llamado casco viejo un mercado espléndido y la gente amable y acuosa en el buen sentido y algún bullicio, pero poco y modulado. Gente fina que decía mi madre. Sobre todo comparada con la crápula barcelonesa. Pero. Es una primera impresión, tampoco hay que confiarse mucho. A la noche llego a la ducha y a la cama molido y me han empezado a brotar unos cuernillos de cabra que humanizan mi aspecto. De tanto trepar será. No está mal, teniendo en cuenta mi proverbial malencaramiento. En el gran salón del hotel, donde sirven el desayuno, hay dos deliciosas señoritas indígenas. Qué dulzura traspiran qué ademanes entornados qué pelos y culos tenaces. Comemos junto al mercado unas conchas y sus masitas varias y lacón y chorizo y sus patatas y unos vinos con sabor a neblina. La muchacha que nos sirve tiene los ojos azulísimos y estoy seguro de que pasarle la lengua ha de ser como pasársela al mar.

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