Estampas

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Viernes, 26 de agosto de 2022

Ayer fuimos a cenar a Barcelona con unos buenos amigos. El restaurante, por las Ramblas. Lo que queda de las Ramblas. Lo que queda de Barcelona. Qué paisaje ruin y desolador. Cuando llegué, hace veinticinco años, Barcelona era una ciudad provinciana es verdad pero amable, limpia, burguesa (que es lo mejor que puede ser una ciudad) y casi civilizada. Ahora es un meadero gigante, un vergel de narcopisos, un estercolero letal donde los ladrones y todo tipo de forajidos campan a sus anchas y hay que andar con mucho cuidado por esas calles antes cordiales y hasta bonitas y hoy colonizadas por una crápula siniestra y primitiva. Manténganse alejados, es mi consejo.

Pero. Es lo que merecen los barceloneses también hay que decirlo.

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Jueves, 25 de agosto de 2022

Viene a cocinar Espada. A cocinar en serio, anuncia. Tremendo. Ya en los preliminares, Marta exclama: ¡Está bestializado! Hay que esperar a que se remanse un poco y tome control del plato del escenario y de la situación, digo, y ya verás cómo se humaniza. Y así es. Al rato vuelve a ser Espada. Gazpacho de espárragos blancos. Y arroz con rape y espinacas, pieza cardinal. Pimienta blanca, pimentón dulce, ñora, vinagre de manzana, puerro, limoncito rallado, pepino, cebollas de Figueras, pimienta negra, ajo, tomillo seco, perejil, espinacas baby, hojas de laurel. Ribeira Sacra. Qué compleja, olorosa, entarabillada, rítmica y milimétrica erección: todo gran plato es dicha empinada. ¡Qué David Muñoz (el chef gremlin) ni que niño muerto! Y Marta dice ahora que ha tenido dos preorgasmos como estrellas lejanas y un orgasmo completo pero pequeño. ¡De sólo mirar! A esto llamo yo cocinar en serio.

Fotografía/MS.

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Miércoles, 24 de agosto de 2022

Y qué bellamente termina el brutal libro de Wenceslao Fernández Flórez con su regreso a la España del bando nacional.

“El carabinero que debía revisar las maletas se limitó a complimentarme afectuosamente. En la sala, donde era necesario presentar la ficha de entrada, un joven falangista declaro:

–Libre.

En las barreras me esperaba un grupo de amigos. En la entrada del puente, la vieja y gloriosa bandera de España –no la bandera de un partido– pendía en la calma de la tarde. Después de un año de amarguras, en que cada hombre era un enemigo y en que cada voz era una amenaza, aquel acogimiento me conmovió (…) En el tono naturalmente afectuoso de la llegada había la ternura de la patria que protege a sus hijos, el calor de la solidaridad de millones de seres que sentí de repente a mi lado, ligado yo a ellos y ellos a mí por ese sentimiento tan confuso y tan concreto; tan complicado y tan razonable, que viene de lejos, de tan lejos que no se sabe de dónde y que va hasta la inmensa distancia de los siglos futuros. Me sentí acariciado, recogido, amparado. Mi antigua personalidad volvió a encontrarse en mí, como si estuviese allí, hacía un año, a mi espera.

Inclinado sobre la mesa, sollocé, perdido el dominio de mí mismo. Un minuto después, al querer disculpar aquella flaqueza de espíritu, el falangista cortó la frase que iba a pronunciar y me dijo cariñosamente:

–No se avergüence. Cuando vienen de allá todos los que entran lloran.

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Martes, 23 de agosto de 2022

En el espacio exterior se lloriquea mucho y reina la hipocresía la cháchara suicida y la mamalonería pacifista y progre más acendrada (Un crimen abyecto que debe ser condenado sin paliativos. El terrorismo jamás es la respuesta legítima a ninguna agresión, por brutal que sea, Editorial de El Mundo) por lo del asesinato de la hija del ideólogo racista ruso Aleksandr Duguin. Pero. Aunque lo cierto es que yo hubiera preferido que mataran al padre. O a Putin. Los ucranianos tienen todo el derecho (y digo más, la obligación) de matar a sus enemigos donde quiera que estén. Sobre todo, a los dirigentes, ideólogos y propagandistas de cualquier signo del régimen asesino ruso.

Lo peor que hicieron los cubanos (y esto los ha condenado a sesenta y tres años de dictadura comunista, y los que faltan) es haber renunciado cobardemente a matar a sus enemigos.

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Lunes, 22 de agosto de2022

Hace poco me puse a leer a Natalia Ginzburg, su libro Las pequeñas virtudes. Alguien me había hablado de Ginzburg. Sí, sí. Pero. Leo. Bueno. Apoteosis de cháchara sentimental y de pensamiento grupal. Y llego a este párrafo:

“Inglaterra nunca es vulgar. Conformista, pero no vulgar. Como es triste, nunca es chabacana. La vulgaridad surge de la chabacanería y de la prepotencia. Surge también del capricho”.

Me detengo. “Inglaterra nunca es vulgar”. Una frase que no quiere decir nada. “Conformista, pero no vulgar”. Frase que tampoco quiere decir nada. “Como es triste, nunca es chabacana”. Nada. “La vulgaridad nace de la chabacanería y de la prepotencia”. Nada. “Surge también del capricho”. Nada.

Un párrafo puramente literario, falso, vacío, que no quiere decir nada, que carece de asentamiento en lo real. Un párrafo que representa la falsedad y la mentira de la literatura.

La literatura debe aspirar a una escritura limpia, recta, escueta, sólida y real. Todo lo demás es cháchara sin significado y sin sentido. Así Ginzburg y su farsa.

Si sometiéramos a este fisking a la gran literatura occidental quedaría muy poco. Casi nada.

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Domingo, 21 de agosto de 2022

“Alrededor de ese enfermo de megalomanía que es Manuel Azaña se agrupaban fracasados que juzgaban llegado el momento propicio para saciar sus ansias de pillaje y para curar las viejas heridas de su vanidad. Una mayoría parlamentaria, en la cual había hombres procesados por robo, histéricos, analfabetos y energúmenos, cortaba cualquier discusión con el gesto rápido de buscar la pistola en un bolsillo de los pantalones. El gobierno era una sombra. (…) Aquí y allá, como chispas, aparecían los síntomas del mal que iba a estallar”.

Sigo con El terror rojo, el tremendo y muy esclarecedor libro de Wenceslao Fernández Flórez.

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Sábado, 20 de agosto de 2022

Estoy leyendo un libro brutal. El terror rojo, de Wenceslao Férnandez Flórez.

“Las ideas eran rusas, los juicios eran rusos; rusos eran los hombres llegados para dirigir las matanzas, rusas las armas, rusas las conservas que, al principio, entregaron al pueblo, rusos los nombres que se invocaban, las denominaciones de las brigadas, los originales de los grandes retratos que presidían los comicios y las deliberaciones”.

“Se dio hasta el fenómeno extraño de que aquel pueblo se lanzó a hacer la revolución sin un himno propio. Cuando un pueblo corre a matar o a morir es aconsejable examinar sus canciones para saber lo que quiere, para conocer el estado de su espíritu. Aquellas multitudes entonaban La Internacional o un himno que dice: Somos hijos de Lenin. Hasta su No pasarán es francés. Y yo vi por las calles de Madrid, en pleno verano, milicianos orgullosos de ostentar gorros rusos de piel y blusas de mujik. El Viva España era un grito subversivo. Todo era Rusia. No había nada más que lo de Rusia”.

Aún no lo he terminado, pero ya he llegado a la conclusión de que Franco fue a fin de cuentas el mal menor.

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Viernes, 19 de agosto de 2022

Hay libros sagrados. Yo tengo muchos: El Quijote, Peter Pan y Wendy, Ferdydurke, Viaje a La Habana, Antes que anochezca, Maestros antiguos, Verdad y mentiras en la literatura, Gargantúa y Pantagruel, Vamps and Tramps, La promesa del alba, El Monte, Decadencia y caída de casi todo el mundo, el Diario de campaña de Martí, la Historia de mi vida, de Casanova, el Diario literario de Léautaud, por sólo nombrar algunos; ah, me olvidaba de la serie Misterio (la de Fatty y su perro Buster) de Enid Blyton. Sagrados para mí. Pero. Usted puede quemarlos, cagarse en ellos, o lo que le plazca. Eso no afectará mi veneración, ni despertará mi furia, homicida o no. Hay muchos libros sagrados, repito. Pero ninguno religioso.

Ningún libro que pretenda ser depositario de una VERDAD única e incontestable es sagrado. Los únicos libros sagrados son aquellos que llaman a los hombres al ejercicio de la Libertad y la Belleza.

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Jueves, 18 de agosto de 2022


Todo lo que nos dijeron era mentira.


(Imagen, cortesía de Ricardo Vega)

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Miércoles, 17 de agosto de 2022

Llega a mis cándidos oídos lo del micropene de Benicio del Toro. Y que Cuba es el sitio donde busca (y encuentra) alivio a su lamentable condición. Eso explica un poco, supongo, el castrismo de Benicio del Toro. Debe ser muy sufrido andar por el mundo siendo Del Toro y con un micropene. Me encanta ver actuar a Benicio del Toro. Un gran actor. Pero. Ahora ya no podré verlo sin pensar en su micropene.

No será lo mismo.

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