Estampas
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Viernes, 1 de septiembre de 2023
Mi hermano Nicolás me manda una foto desde el Rijksmuseum y frente a La ronda nocturna. Mi hermano nunca hubiera visto el mejor Rembrandt si se hubiera quedado en la isla pavorosa. A no ser que hubiera aceptado (pero ningún Abreu caerá jamás tan bajo) entrar y salir de la isla como si no hubiera pasado nada, como si la isla pavorosa fuera Suecia o Italia y no una abyecta dictadura. Mi hermano llegó a Miami sin un centavo y ha trabajado toda su vida, y ha escrito además algunos libros formidables.
Y luego hay que contenerse y no darle una bofetada a los que denigran el capitalismo y la libertad que se disfruta en los países capitalistas, los únicos países libres que hay en el mundo. Los únicos países donde un muerto de hambre como mi hermano (o yo) prospera, tiene casa propia, vive confortablemente, come lo que quiere cuando quiere y ha enviado a sus hijos a la universidad, gracias a su trabajo, sin deber nada ni lamer el culo a ningún comisario, y puede ir a Amsterdam a ver a Rembrandt y a Van Gogh y luego recorrer Inglaterra y Francia con su familia, pagándoselo con su dinero y, esto es lo más importante, como lo que es, un escritor y un hombre libre.
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Jueves, 31 de agosto de 2023
En las hermosas planicies palentinas, mientras sonaba la Milonga de Gauna, repasé en mi cerebro El sur, cuento supremo de Borges, y pensé otra vez lo que pienso siempre al leer el cuento de Borges: en que la mejor forma de morir es morir en un duelo, a poder ser, nocturno, en el que liquidas a tu contrincante, antes de que sus compinches te liquiden. Ese sería un buen morir un digno morir y, en segundo lugar, matarse tampoco estaría mal, pero muy por detrás de morir peleando el resto de las formas de morir es ruin, sucia y cobarde.
Y ahora piensen ustedes lo que quieran fofos socialdemócratas pichaflojas y feministas de coños depilados.
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Miércoles, 30 de agosto de 2023
“Cuando salí de la granja de castigo me ofrecieron un trabajo en una termoeléctrica y tuve que aceptarlo o si no me mandaban otra ve a la granja de castigo. En la termoeléctrica hice un amigo, un mulato alto y flaco muy joven con una polla enorme que no se le ponía dura y me la enseñaba a cada rato e intentaba hacerse una paja y me decía mira, mira, nada, y sufría el pobre porque no podía follarse a su novia una mulata fabulosa que yo la vi. Después de un tiempo en la termoeléctrica pude, gracias al padre de mi mujer, conseguir el traslado a la empresa de Ómnibus Urbanos. La empresa tenía una carpintería en la calle Diez de Octubre y no recuerdo por qué (nada bueno sería) me mandaron a trabajar allí unos meses. Con la ayuda del jefe de la carpintería, un hombre bueno, fui fabricando palito a palito maderita a maderita la cuna de mi hijo que estaba por nacer. La gran Revolución también nos liberó de las cunas, sí. Aquella era una actividad prohibida y contrarrevolucionaria (usar los recursos del pueblo para asuntos personales) así que sacaba ocultos en la ropa o a horas intempestivas las piezas para posteriormente armar la cuna. Robé un poco de cola también y unos tornillos y un trocito de papel de lija usado, las hojas de papel de lija estaban bajo llave. Y de esta manera cuando llegaba de madrugada a casa y me detenía a ver dormir al niño el niño dormía en una cuna y a veces al verlo a pesar de vivir dentro de una gigantesca prisión, yo en la oscuridad sonreía”.
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Martes, 29 de agosto de 2023
“Llueve cerrado, como si la lluvia estuviera dentro de un cubículo y no pudiera salir. Cuántas veces llegué a casa bajo una lluvia así en la madrugada y fui a la cocina y busqué un pedazo de pan viejo en la bolsa y le quité con un cuchillo el moho verde y lo tosté en el reverbero y le puse un poco de azúcar por encima y cené en silencio, empapado. La Gran Revolución nos había liberado también de los paraguas, sí. Y después me sequé con el trapo que hacía de toalla y antes de acostarme estuve un rato mirando al niño dormir. Tendré que hacer alguna vez la historia de la cuna. Ya sé que la lluvia no es la misma lo que pasa siempre pasa definitivamente pero lo parece. Y después me pegaba a su cuerpo joven y tibio y afuera la lluvia en su cubículo y yo en la gigantesca prisión me dormía”.
Sigo revisando el tercer volumen de mis emanaciones.
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Lunes, 28 de agosto de 2023
Hay muchos escritores con talento (sea eso lo que sea) y algunos con mucho talento. Pero eso nunca ha sido suficiente.
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Domingo, 27 de agosto de 2023
Hace poco fuimos a cenar al Gresca. Ya no volveré al Gresca. En el Gresca siempre han sido miserables con las porciones pero ya la cosa pasa de castaño oscuro, que decía mi madre. Ahora al Gresca se va y se paga (carísimo) por no cenar. Como culminación de las escasas muestras pedimos un pescado de nombre horrísono. Nos trajeron un alevín, poco para una persona, no digamos para tres. Llamamos la atención a la chica, muy amable, acerca del tamaño minúsculo del pececillo y dijo sí sí se lo comento a nosequién (el Chef, supongo) pero eso no varió ni un centavo el precio del pececillo. Como a estas alturas el hambre apretaba y sólo sobrevivíamos gracias al pan con tomate que no paraban de traer (un viejo truco), pedimos cordero. Ese fue el mayor error de la noche. Yo tenía fresco en la memoria el fabuloso lechazo asado de Castilla del Convento de Mave y ante aquellos trocitos esmirriados (a mí me pareció carne de mono) me dije, nunca más. Y por añadidura un ruido espantoso que impedía conversar y un calor atroz. Adiós, adiós.
5407
Sábado, 26 de agosto de 2023
Siempre digo que todo lo que escribo es de reír en el sentido de que la vida es tan caótica y absurda que al fondo de todo siempre se puede escuchar una carcajada atroz.
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Viernes, 25 de agosto de 2023
Es conocida la repulsión que le producen a mi querido Espada los perros. Hace poco escribió al respecto: “La felicidad de ir a cenar a una casa en el campo con la certeza de que una cochinada de perros no te saldrá a recibir junto a los anfitriones, vociferando, lamiéndote y ensuciándote el níveo pantalón con sus patazas untadas en excrementos. Y la agradable sospecha de que los ricos han empezado a dejar de lado a los animalitos, lo que es una razón más para tratarlos”.
Discrepo. A mí si no me salen a recibir perros cuando visito (raramente, ay, nunca me invitan) una casa de campo de gente rica, asumo que los anfitriones son unos cagacaviar y unos mamalonazos. Y lo primero que hago es lavarme bien las manos después de saludarlos, ese tipo de gente se pasa la vida haciéndose pajas por todas partes y por los más peregrinos motivos, sin asearse a continuación. Qué asco.
Por otro lado, que nadie crea que soy un amante incondicional de los animales. A veces pienso que la desanimalización del planeta es una buena idea, eso sí, siempre que comience el exterminio por el chimpancé humano.
5405
Jueves, 24 de agosto de 2023
Llevo a Petufo al veterinario. Maúlla lastimero. Ha estado así toda la noche. Cuesta meterlo en el transportín. Es el mismo en que llevé a Misu a morir. Otra vez, pienso. Y meneo la cabeza. Un perro gime cerca, es un sonido desolado, qué le estarán haciendo, me digo. Petufo se pone nervioso al oír los gemidos del perro y se refugia en el transportín donde tanto costó meterlo. Jadea como si le costara respirar. El veterinario lo examina pero no le encuentra nada me dice que puede ser por el calor. Le receta un difusor, que, se supone, tiene efectos tranquilizantes. Pago. Salimos. Cuando llego a casa, después de liberar a Petufo, voy hasta el librero donde guardo las cenizas de Misu. Y me quedo de pie ante mi niño amarillo un rato.
5404
Miércoles, 23 de agosto de 2023
Yo siempre he vivido en el matriarcado. La gran mayoría de los hombres que he conocido han pasado del dominio materno al dominio de la esposa. Y no lo han hecho a regañadientes. Los hombres desean ser controlados por las mujeres. A la sombra de las mujeres se vive mejor.