Estampas
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Domingo, 14 de enero de 2024
La última vez que fui a Miami pasé por el cementerio de la Calle Ocho a visitar a Lydia Cabrera. Está en uno de esos nichos vacuos, no en una tumba que deje constancia de su grandeza. Una tumba con una lápida gruesa y ancha con letras de bronce. Gran dama de la cultura cubana, diría, o algo así. En la ciudad donde vivió y escribió obras fundamentales (pagándose las ediciones), no hay un solo recordatorio de su presencia: una calle, una plaza arbolada, un busto, una placa en el apartamento modestísimo donde vivió (si es que aun existe), una escultura de mármol o bronce donde se le vea augusta, venerable, apoyada en su bastón, luciendo aquella inefable sonrisa. Rendirle homenaje sería una buena manera de proclamar que existió otra isla. Una que producía hombres y mujeres extraordinarios y, no menos importante, decentes. Los pueblos que olvidan a sus grandes están condenados a la zafiedad, la ordinariez y a la miseria moral e intelectual.
En la foto, estamos en una de mis primeras exposiciones en Miami. Yo la quería.
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Sábdo, 13 de enero de 2024
El sanchismo tiene periodistas e intelectuales a sueldo, sólo hay que escucharlos. Pero no me refiero a los de las tertulias y similares lameculos progres hablo de los que van a las ruedas de prensa de López Patxi Yolanda Díaz y otros testaferros sanchistas, qué serviles qué mierdecillas qué preguntitas pendejas cómo se dejan acribillar a mentiras tergiversaciones e invenciones, y apabullar por los matones en celo (anhelan que los empotre Sánchez) y se largan calladitos cuando el matón o matona los expulsa de la finca del poder e incluso se revuelven los muy culiflojos contra alguno de ellos que, muy de tarde en tarde se atreve a confrontar a los mayorales de la finca sanchista, como putas y putos (hay que ser inclusivo) ante los dueños del burdel.
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Viernes, 12 de enero de 2024
La clase más rastrera de España es la intelectual. Dejando al margen como es obvio a la clase política. Verdad que a los intelectuales ya nadie los respeta ni hace caso, pero aun así, podrían mostrar un poco más de decencia. Véase al novelista Cercas. Toda la vida a la benéfica sombra de la despreciable, truhanesca y corrupta “izquierda progresista” y ahora, de súbito (será la menopausia) escribe un artículo de mayordomo ofendido donde se declara “antisistema” “pasa a la clandestinidad” y llama a la “rebelión general”; que a su juicio consiste en ¡votar en blanco y en no saludar a los políticos cuando se los encuentre! Ah, y en no sé qué de una lotería.
Menudo farsante.
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Jueves, 11 de enero de 2024
Hoy hice pollo al horno con verduras y mucho ajo, las comidas sin ajo son para mariquitas y culecos. Las patatas qué maravilla se derretían en la boca. Cominos tarde y acompañamos la pitanza con vino rojo poco más de media botella que quedó de ayer y arroz blanco mi famoso arroz blanco a lo japonés nada de arroz desgranado odio el arroz desgranado. Después de comer me pongo a leer el libro de Malcolm sobre Stein y Toklas que era más fea que la célebre triplefea de El color del verano. La gorda Stein y la triplefea Toklas follando deben haber constituido un espectáculo digno de ver. Así es mi cerebro. Ni la Stein ni su pareja me interesaron nunca pero ahora a la luz de Malcolm me parecen muy interesantes sobre todo Stein. Creo que Malcolm era dos mujeres, una que contemplaba el mundo y otra que hablaba con la Malcolm que contemplaba el mundo e iba anotando la conversación, y esa conversación son los libros de Malcolm. El libro Dos vidas. Gertrude y Alice está lleno de fotos y en una se ve a Stein sentada junto al retrato que le hizo Picasso. La Stein de Picasso no se parece en nada a Stein. Y mientras escribo caen la noche y una lluvia fina y a la luz de la calle el jardín adquiere un temblor vaginal.
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Miércoles, 10 de enero de 2024
Lo peor de ser como soy es que no puedes dejar de serlo. Lo de ser como soy es un incordio. Ser como soy es espantoso. Si fuera por mí dejaría de ser como soy de inmediato y viviría una vida corriente ajena a cualquier forma de lucidez, una vida común y rutinaria trabajaría en algo aburrido y mecánico que no tuviera nada que ver con la literatura ni nada de eso. Jamás leería libros, conocería la vida y milagros como se dice de todos los famosos y otros subnormales de la televisión y sería de un equipo de fútbol me gustaría muchísimo el fútbol o el baloncesto u otro deporte da igual sería muy importante fundamental para mí el deporte y buscaría y atendería sólo las noticias deportivas y vería los partidos con los colegas y beberíamos cerveza y comeríamos pizza y no pararíamos de discutir sobre este jugador o aquel y nos emocionaríamos oh tan sinceramente y hasta practicaría montañismo o piragüismo de vez en cuando y correría algún maratón sería muy entretenido y nunca conocería o haría nada que no fuera como nos dicen que ha de ser y amaría y sufriría y reiría y así pasaría el tiempo y un buen día, ya viejo, moriría rodeado de mujer e hijos, de la manera más inocua, pero inmerso en la dicha inmensa de no haber visto nunca las cosas como son.
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Martes, 9 de enero de 2024
Se oye constantemente hablar en los mejores términos de la tradición y de lo tradicional. Nunca lo he entendido. ¿De dónde sale el prestigio de la tradición cuando es, evidentemente, barbarie grotesca, atraso, ignorancia, estupidez, salvajismo e imbecilidad sacralizada.
Aquí les dejo algunas que encontré revisando el tercer volumen de mis emanaciones (sí, todavía sigo en eso).
Cortarle el clítoris a las mujeres es una tradición, casar a niñas con hombres mayores es una tradición, embalsamar muertos y tenerlos en casa durante meses antes de enterrarlos es una tradición, apedrear mujeres hasta la muerte es una tradición, el sistema de castas indio es una tradición, quemar a la esposa cuando muere el marido es una tradición, ponerle a las mujeres unos aros en el cuello para estirarlo hasta que parezcan jirafas es una tradición, comer cenizas de muertos porque dicen que salvará el alma de la persona difunta es una tradición, colgar ataúdes de farallones en la montaña es una tradición, vendarles los pies a las niñas para que no les crezcan es una tradición, escupir encima de los niños para asegurarles un buen futuro es una tradición, cortar el prepucio a los niños es una tradición, lanzar bebés desde una altura de quince metros porque les traerá prosperidad e inteligencia es una tradición, reunirse un montón de gente para tirarse tomates unos a otros es una tradición, amputarse un fragmento de cada dedo cada vez que muere un miembro de la familia es una tradición, matar a un toro a lanzazos es una tradición, golpearse con dagas en la cabeza es una tradición, correr como un descerebrado delante de un toro es una tradición, abandonar a un anciano de edad avanzada en un iceberg flotante es una tradición, comerse a un familiar cuando fallece es una tradición, matar a una osa mientras hiberna y llevarse los oseznos y mantenerlos en cautividad durante dos años y después asfixiarlos y beberse su sangre es una tradición, caminar sobre brasas ardientes cargando a tu novia es una tradición, incrustarse platos de arcilla en los labios y las orejas es una tradición.
Y podría seguir un largo rato.
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Lunes, 8 de enero de 2024
Con honesta inquietad y con el sano propósito de evitar males mayores llamo la atención sobre esta foto. ¿Son cosas mías o a una de estas mujeres cada día que pasa se le botan más los dientes y a la otra se le caen más las tetas? Que alguien haga algo por favor.
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Domingo, 7 de enero de 2024
Leyendo a Malcolm pienso en que Malcolm es el escritor al que más debe la escritura de Espada. Espada se pasa la vida con que Pla y que si Pla esto y lo otro, pero es Malcolm. No Pla. La escritura de Espada es lo contrario de Pla. El hueso lúcido de Malcolm, es lo más alejado de la lluvia de adjetivos de Pla y de la Naturaleza como Iglesia de Pla. Así Espada. Gran cerebro el de Pla es verdad sobre todo proviniendo del aldeanismo del que proviene, pero un cerebro disminuido a fin de cuentas por la tradición, esa peste bubónica, por la ermita esencia de nuestro espíritu y por el bailecito sin grandeza ni dimensión apolínea, sardana. En algunos momentos Espada supera a Malcolm, dice bromeando Espada, pero yo creo que tiene razón.
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Sábado, 6 de enero de 2024
Y aún esto de Malcolm sobre el arte o el oficio o lo que sea de la escritura.
“Al final del relato de Borges El Aleph, el narrador va al sótano de una casa donde tiene la experiencia de encontrarse con todo lo que hay en el mundo. Ve a la vez todos los lugares desde todos los ángulos: “Vi tigres, émbolos, bisontes, marejadas y ejércitos; vi todas las hormigas que hay en la tierra (…) vi la circulación de mi oscura sangre”. El bloqueo del escritor se deriva de la loca ambición de entrar en ese sótano; el que escribe con soltura se contenta con permanecer en el desván cerrado de la expresión parcial, con decir lo que se le pasa por la cabeza, y con aceptar que no quiere –ni puede– ser totalmente veraz, ante el riesgo de que se le entienda mal. Yo también he pasado días moviéndome inútilmente a la puerta de ese sótano prohibido”.
Janet Malcolm.
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Viernes, 5 de enero de 2024
Qué gran cerebro el de Janet Malcolm. Terminando su libro sobre la poeta Plath y los Hughes, encuentro esto que, con la mayor seguridad, interesará a nuestro Espada.
“En una obra que no sea de ficción casi nunca sabemos lo que pasó. El ideal de la información sin mediaciones habitualmente sólo lo consigue la ficción, donde el escritor informa fehacientemente de lo que le pasa por la imaginación. Cuando James narra en La copa dorada que el príncipe y Charlotte se acuestan juntos, no tenemos motivos para dudar de él o preguntar si Maggie está “sobreactuando” ante lo que ve. El de James es un relato auténtico. Los hechos de la literatura de imaginación son tan duros como la piedra a la que el doctor Johnson dio una patada. Siempre debemos aceptar la palabra del novelista, la del dramaturgo y la del poeta, igual que siempre tenemos libertad para dudar de la del biógrafo, la del autobiógrafo, la del historiador y la del periodista. En la literatura de imaginación estamos limitados en lo que se refiere a la consideración de argumentos alternativos; no los hay. Así es como es. Sólo en la no–ficción permanece abierta la cuestión de lo que pasó y de lo que pensaba y sentía la gente”.