Estampas

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Jueves, 1 de febrero de 2024

El próximo mes de marzo se cumplen 23 años de la publicación de la primera edición de Garbageland. Puedo verme yendo a toda prisa hasta la sede de Mondadori, en busca de un ejemplar. Aquello era importante (es un decir), una gran editorial española publicaba mi primera novela. Con el tibio ejemplar en las manos, pensé en mis padres que no lo verían. Pensé en Lydia, que es uno de los personajes seminales del libro. Pensé en Reinaldo. El pesar fundamental de mi vida literaria ¿tengo otra? es que Rey no alcanzara a leer mi trilogía futurista, de la que Garbageland es la primera parte. Recuerdo que salí de la editorial a la blanda tarde barcelonesa emocionado y hasta feliz, sea eso lo que sea, cargando mi libro recién nacido y lleno ya de muertos.

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Miércoles, 31 de enero de 2024

Hoy volví a encontrarme, gracias a esta entrevista con mi querida Lydia. Su grandiosa humildad, su pícara ternura. Hay un momento, en que habla del Monte como si fuera el lugar que describo en el capítulo final de mi novela Garbageland. El lugar donde concluye el viaje de los fugitivos. Escuchar a Lydia hablar del Monte como del Cielo terrenal en el que nos reuniremos con nuestros muertos, me emocionó hondamente. En la novela, Lydia es la sacerdotisa que nos aguarda en ese Cielo.

Y luego hay quien duda, yo mismo, traidor, a veces, del poder redentor de la literatura.

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Martes, 30 de enero de 2024

El equivalente del Gran Hermano de Orwell en la España de hoy, es el Chocho Que Todo lo Ve. Una entidad, a mi modo de ver, mucho más terrorífica que el Gran Hermano. El Gran Hermano de Orwell vigilaba y castigaba, pero el Chocho Que Todo lo Ve es una deidad omnipresente que no se limita a vigilar perseguir y castigar nuestro pecado de masculinidad, rige y moldea el pensamiento de todos desde la más tierna infancia. En España, se vive sometido a la tutela implacable del Chocho Que Todo lo Ve. Toda emanación intelectual o creativa de cualquier tipo en España, obviamente, está sometida al filtro y al dictamen del Chocho Que Todo lo Ve. Expresarse al margen del Chocho Que Todo lo Ve, equivale a la ruina, criticar al Chocho Que Todo lo Ve resulta suicida, demencial.

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Lunes, 29 de enero de 2024

Presentan el cartel correspondiente a este año, de la famosa Semana Santa de Sevilla. El cartel representa a un Cristo algo afeminado. A mi modo de ver. Me parece bien. No es ninguna tragedia. ¿No? Pero. Ya han salido a protestar los ofendidos por el cartel (en España todo el mundo vive perennemente ofendido por algo). ¡Un Cristo mariquita! ¡Blasfemia! Me parece todo muy exagerado. Ni siquiera sabemos si Cristo por fin existió. No consta. No hay evidencias definitivas al respecto. Pero si existió, pudo ser homosexual y siendo homosexual ser el Cristo fabuloso, admirable, que conocemos. ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?

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Domingo, 28 de enero de 2024

Ha reventado al fin Carl Andre, asesino de Ana Mendieta. Andre, famoso artista minimalista norteamericano. El minimalismo es, ya de por sí, espantoso, pero el minimalismo de Andre destacaba dentro de esa farsa espantosa que es el minimalismo. Mendieta, artista inclasificable cubana, fue pareja de Andre, hasta que un día un Andre borracho en medio de una bronca la arrojó por la ventana de su apartamento (piso 34) en NY. Fue acusado de asesinato y absuelto, a pesar de las evidencias en su contra. Un famoso artista norteamericano, una indígena cubana: el veredicto. Mendieta como artista, es muy superior a Andre.

Ha reventado al fin Carl Andre. La muerte, cuarenta y nueva años después, hace justicia (es un decir).

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Sábado, 27 de enero de 2024

De tarde en tarde me entran ganas de pintar. Quiero decir que comienzo a pintar en mi cerebro que es donde mejor se pinta, como bien sabe cualquier pintor. En cuanto la pintura sale de tu cabeza y pasa al lienzo o al papel, ya todo va cuesta abajo. Y hay que conformarse con la sombra de lo que imaginaste. Que puede quedar muy bien, y, si tienes mucho talento, ser una grandiosa obra de arte. Pero. Siempre un eco, una mala versión del cuadro que pintaste en tu cabeza. Y siempre que siento esas ganas tremendas de pintar, pienso en que para hacerlo debo dejar de escribir. He intentado casi toda mi vida hacer ambas cosas. Sin éxito. No se puede servir a dos dioses, decía Lydia Cabrera cuando le preguntaban por qué había abandonado la pintura. Tenía razón. En esta batalla de servidumbres en mi caso hasta ahora ha triunfado el dios de la escritura. Pero. De tarde en tarde.

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Viernes, 26 de enero de 2024

Mi hermano José me envía esta foto. En ella, mi madre y él, están sentados junto a la ventana que, más tarde, convertiríamos a toda prisa en una puerta para evitar la confiscación del cuarto que mi hermano Nicolás había levantado en el patio. Cuando Nicolás escapó, gracias a los botes de Mariel, la gran Revolución nos amenazó con confiscarlo, así que abrimos una puerta donde estaba esa ventana para demostrar que no era independiente, sino una habitación más de la casa. Glorias del castrismo. Todavía hay burgueses babuinos (culorojos) españoles, que le deben todo al capitalismo, pero se declaran castristas. Nada me produce mayor asco. Preferiría limpiar una letrina que estrechar la mano a uno de estos canallas.

Detrás de mi madre y mi hermano mayor, puede verse parte de nuestra biblioteca. Esa biblioteca nos salvó, todo se lo debemos a los libros. Más allá de la ventana, están la destartalada cerca de madera, que separaba nuestro pequeño patio de la calle, y la casa de la vecina que no nos dejó entrar a su casa a ver la televisión y provocó que mi madre se convirtiera en una diosa griega (véase Debajo de la mesa). Y al fondo, puede verse un cielo que, gracias a la horrible calidad de las películas fotográficas soviéticas, parece de plata. Pero que yo sé bien que era de plomo.


Elogio de la pornografía

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Jueves, 25 d enero de 2024

Saben ustedes que cada cierto tiempo, me crece el pito, en general un centímetro o así, aunque hace un par de años me creció tres centímetros de un día para otro. No sé, no he investigado si esto le pasa a otros. Pero. En cualquier caso. Me encanta ser único. Este alargamiento, proporcionado eso sí, lo mismo que alarga engorda, es formidable para mi escritura. Mientras más larga la tengo, mejor escribo. Razón: algunos tenemos dos cerebros (yo, por no ir más lejos), uno donde todos, en la cabeza, y otro en el pito. Como es lógico, en estos casos, a más pito, más capacidad cerebral. Los que escriben con el cerebro de la cabeza tienden a la gravedad, a tomarse en serio, al estilismo, la lírica y la farfolla cuenta cuentos. Los que escribimos con el cerebro del pito, amamos tomarnos a relajo y lo que buscamos en la escritura es la irreverencia, la música, y el placer.

Y todo esto, porque ya ha pasado bastante tiempo desde que me medí por última vez el pito y es hora de que vuelva a echar mano a la cinta métrica. Los mantendré informados, sé que es un tema que interesa.

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Miércoles, 24 de enero de 2024

Hago un intensivo de Janet Malcolm. La mujer en silencio, Silvia Plath y Ted Hughes; Dos vidas, Gertrude y Alice y ahora estoy con Leyendo a Chéjov, y esperan Los archivos de Freud y El crimen de Sheila McGougt. Hace años leí El periodista y el asesino, pero tal vez cuando acabe los mencionados lo volveré a leer. Seguro no lo aprecié debidamente en aquella primera lectura.

Ahora que me planteo retomar (tengo escritas, desde hace meses, algo más de veinte páginas) el segundo volumen de mis memorias, que contará mi vida en Estados Unidos, me será de mucha utilidad este intensivo de Malcolm. Siempre he pensado que cuando no consigues avanzar en la escritura de un libro, esto se debe a que aún no has vivido algo que necesitas vivir. Ahora sé que para conseguir escribir el segundo volumen de memorias era necesario este intensivo de Janet Malcolm.

Forzar la escritura antes de tiempo es cosa de escritores profesionales, de literatos.

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Martes, 23 de enero d 2024

Hasta cierta edad los años se van, se alejan de nosotros. Pero en cierto momento, sin que lo notemos apenas, esta situación se invierte y los años vienen hacia nosotros. No digo regresan, entiéndase, digo vienen. Y entonces sabemos que ha llegado la vejez.

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