Estampas
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Domingo, 21 de junio de 2020
Se habla mucho de orgullo gay y ha sido noticia muy destacada estos días que un cantante ha declarado que es maricón. Bien. A mí qué coño me importa lo que hace con el culo ese cantante, pensé al enterarme. Pero. Si quiere hacer publicidad para sus canciones usando su culo, tiene derecho. Estamos en un país libre. Aún. Yo también he usado mi culo sexualmente pero nunca me ha parecido que tuviera mérito alguno ni que fuera motivo de orgullo. ¿Orgullo de qué? Es algo natural, al alcance de cualquiera usar el culo para procurarse placer y no hay que estar dando el coñazo con eso constantemente a todo el mundo. A ver. Follas por el culo, te gustan las pollas, prefieres follar con hombres a follar con mujeres. Bien. Y qué. Dejen de incordiar con sus culos, asuman sus culos con naturalidad y como lo que son, culos, no altares.
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Sábado, 20 de junio de 2020
Decía Gabriel Ferrater que la reticencia de Pla respecto a la intimidad le impidió ser un gran escritor europeo. Creo que tiene razón. Ya he leído más de la mitad de El cuaderno gris y se echa de menos la intimidad del escritor. Pla es un cronista evanescente. No hay carne. Cuando llega ante el muro de la intimidad se tumba debajo de un pino o debajo de una comilona. Es decepcionante. Un escritor no puede vivir del paisajismo, por muy bueno que sea. Pla fue un gran masturbador y un putero, pero pasa por esos ricos territorios a galope y bajo un disfraz de atardeceres rosados y de alcornoques y cigarras. Para no hablar del aire pedófilo de sus encuentros con Adela, la niña del faro. Otro gran territorio inexplorado. Qué desperdicio.
Y luego está lo de la comarca, a medida que avanzo por el libro aparecen con mayor frecuencia soflamas comarcales con sus plumas tribales y todo y lirismos varios sobre la siniestra identidad. Estas cosas me deprimen un poco y le quitan a mis ojos dimensión al libro porque soy un hombre que piensa que el mejor escritor es el que no pertenece el mejor escritor es el que mejor escapa.
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Viernes, 19 de junio de 2020
“Veo delante de mi, vaya donde vaya, un poco más cerca, un poco más lejos, la ermita de Sant Sebastià. La ermita es la esencia de nuestro espíritu, nuestro perenne baluarte comarcal. Estas cuatro paredes blancas me hacen sentir las raíces: esta es mi tierra, aquí nací; en los dos o tres minúsculos cementerios de los contornos reposan las generaciones familiares de las cuales no soy más que el sueño momentáneamente realizado. Aquí – si todo va bien – me enterrarán.
“La ermita es nuestra vida más alta: es nuestra primera mirada, el paisaje de nuestra juventud y de nuestros amores, la torre vigía desde la cual las estrellas nos parecen más próximas y podemos tener una idea del panorama dilatado del mundo (…) Las canciones, la serena claridad del país, la pequeña avenida de cipreses delante del mar, sobre el declive, el olor de tomillo y romero bajo el rumor de los pinos, las faenas de la tierra, el mar del azar y de la desazón… Colaborando con estas elementales necesidades, las imágenes, los placeres y los dolores de las generaciones pasadas han creado una tradición, una ley que ha gobernado inexorablemente a nuestros muertos, que nos guía a nosotros, que guiará el porvenir. Delante de esa terrible persistencia es una locura la evasión. La tradición nos ha dibujado el corazón, los goces pueriles de la ermita nos ha modelado la lengua, el pensamiento se moldea sobre la melodía del cielo, de la colina y de la rama caída sobre los acantilados de granito”.
Santocielo. Pla el indígena.
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Jueves, 18 de junio de 2020_
Sigo con Pla, El cuaderno gris. Y veo que al cernidito que decía mi madre, Pla (y en su comarca territorial e idiomática) lo llama chipichipi (una mejor traducción sería chirimiri, me dicen amigos bien informados. Es bonito, pero me gusta más cernidito y hasta chinchín que también se decía en la pavorosa a esa llovizna tan fina que no moja: está cayendo un cernidito, un chinchín. ¿Llueve? No, es sólo un cernidito, un chinchín. Leo con gran placer, ya en la página 278, pero no dejo de preguntarme por qué Pla escribió este libro en catalán. En español, hubiera sido un libro de mayor envergadura, de otra dimensión, la gran dimensión de la literatura en español. Pero. Prefirió escribirlo en comarcal sospecho que víctima de la romántica y antihigiénica hinchazón de la identidad. Lástima.
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Miércoles, 17 de junio de 2020
Me gusta el futuro tengo una gran curiosidad por el futuro en el que no estaré y por eso he escrito libros de ciencia ficción o futuristas o como les llamen. Si no hubiera terminado ya con lo de escribir novelas escribiría una sobre la España futura. Sería un país en la novela donde el español habría desaparecido como gran idioma y donde Cataluña, el País Vasco y Galicia y tal vez alguna otra aldea la valenciana posiblemente, serían independientes (aunque seguirían chantajeando y esquilmando a los españoles en nombre de un pasado de oprobios y represión española) y el idioma español estaría prohibido y sólo se hablarían en esas aldeas ya independientes los dialectos autóctonos y Cataluña tendría un clon de Jordi Pujol como gobernante vitalicio y en el País Vasco gobernaría un clon de Sabino Arana, pero lo más curioso en esa España futura es que en las zonas donde se hablara español sería un español a lo mona Chita (que es casi el que hablan hoy las nuevas generaciones de españoles de escuela pública en Cataluña) porque la aspiración máxima para esos remanentes españoles ya en franca extinción sería parecerse a las aldeas catalana vasca y gallega y valenciana tal vez y aparearse con miembros de esas aldeas (algo como lo que hicieron los chinos con los tibetanos, pero voluntario) y al final no sólo desaparecería el español también los españoles. El triunfo de la voluntad aldeana, podría titularse la novela.
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Martes, 16 de junio de 2020
Salgo al jardín a que me dé el sol. El gato amarillo acecha junto a la cerca mueve las orejas como radares últimamente mata ratones, al menos no mata pájaros. Los ratones me alegro que los mate. Los pájaros son otra cosa. No se si he puesto aquí que hace poco le saqué al gato amarillo un pájaro de la boca, estaba aturdido pero enseguida se repuso y echó a volar. Qué bien me sentí. El gato amarillo caza se pasa el día acechando el negro haraganea nunca ha cazado nada, que yo sepa. Alguna pobre lagartija a veces, es un inútil. Es un gato bipolar creo, el negro, durante el día es bastante arisco no deja que lo toquen. Pero. Cuando cae la noche, viene al sofá donde estoy viendo la tele y se instala en mi regazo y se hace acariciar. Digo se hace porque no deja de restregar la cabeza en mi mano y no para hasta que me pongo a acariciarlo. Mis dos gatos son gatos que rescaté de jaulas en un centro de acogida para animales abandonados. No son gatos de los bonitos, son más bien feos, no son gatos de los que gustan a la gente. Son animales desgastados, callejeros como yo.
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Lunes, 15 de junio de 2020
Cuando mueran mis perros y mis gatos, que no sabrán que mueren, en verdad se me morirán a mí. De ahí que sus muertes serán dobles muertes serán muertes aumentadas.
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Domingo, 14 de junio de 2020
Comienzo a leer El cuaderno gris. Es un libro que debía haber leído hace años. No sé por qué, lo he ido dejando. Ahora lo encuentro desbordado de adjetivos, un tanto comarcal y sorollesco. Tenía que haber leído este libro hace años, cuando aún no creía que la naturaleza es un horror, cuando estos brillos los encontraba admirables y el abundante uso de los adjetivos de Pla me hubiera deslumbrado. Leerlo ahora ya no es lo mismo. Pero a pesar de esto, lo estoy disfrutando mucho. Su lado cervantino cómo interrumpe el dietario para intercalar historias ejemplares. Sus colosales retratos de pequeños personajes. Su escribir a ras de estómago. Es un libro importante. Pla es eso tan raro y difícil entre escritores, es una identidad que se escribe a sí misma. Y hay un detalle por el que disfruto especialmente a Pla, su mala leche y el humor gris a la cazuela de Pla un humor como de fruta que esconde hojas de afeitar que me recuerda tanto el humor de mi padre.
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Sábado, 13 de junio de 2020
He rechazado algunas entrevistas recientemente, sabía que tendría que hablar de Mariel (revista, generación, etcétera) y el tema me aburre, me tiene harto. No pensaba volver a tratar el asunto. Pero. Leo una entrevista con García Ramos. Y hay que puntualizar algunas cosas. Marcia Morgado fue fundamental para la revista Mariel, por su experiencia como editora y por su capacidad de trabajo. La revista se hacía en la sala de su casa. Ayudó en la distribución, dice García Ramos, sí, en eso también. Ana María Simó, santocielo. Por lo que recuerdo la señora o señorita Simó era una lesbiana grave, engolada, a la que apenas se le entendía nada de lo que hablaba. No digamos ya de lo que escribía. Era compinche (o algo por el estilo) de García Ramos, y ese fue el único motivo por el que tuvo algo que ver, muy poco, con la revista. ¿René Cifuentes? Cifuentes era la loquita bonita del momento, nada más. García Ramos quería llevarse la revista a NY para hacer galones de intelectual, ya que hasta su salida de Cuba lo único que había sido era un burócrata de la dictadura. García Ramos despreciaba Miami e iba de marquesa intelectual newyorkina en esa época. Esa fue más o menos la cuestión. Marcia se enfadó, como era lógico, yo más bien me sentí aliviado. A fin de cuentas, el trabajo lo hacíamos nosotros, en Miami, Luis de la Paz ayudaba, Carlos Victoria a veces aparecía. Marcia no fue el detonante del fin de la revista, el detonante fue que en NY ya nadie quería trabajar en la revista. Se habían dado cuenta de que el juguetito daba mucho trabajo. Y en cuanto a Reinaldo, durante el proceso, hizo de veleta y de intrigante, cosa que disfrutaba, y al final se cansó de hacerlo todo él solo. Y, por último, no olvidemos que el “amparo” de Florencio García Cisneros, era pagado. Reinaldo le pagaba los números de su revistica cuando publicaba textos de marielitos. En fin, lo mejor es que García Ramos no revuelva más esa mierda. Dice García Ramos que su memoria funciona como un mecanismo de defensa. Será porque lo necesita.
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Viernes, 12 de junio de 2020
Estoy de un lado de la gasa y la vida del otro. La gasa apoca la vida. Puedo estar días y hasta semanas detrás de la gasa y hacer todo lo que hago cuando no está la gasa, pero no lo hago igual. Lo que más temo es acostumbrarme a la vida tras la gasa y llegar a olvidar cómo era la vida sin la gasa. Vivir con la gasa carcome y va inmovilizando hasta que uno se detiene a mi no me ha pasado lo de detenerse, pero sé que es algo que puede pasar. Sería muy grave si pasara porque para mí la vida es un no te detengas. No sé por qué la gasa aparece ni las razones por las que un buen día ya no está. No es algo de viejo la gasa de joven también aparecía. Pero posiblemente era un fenómeno breve cuando eso porque nunca antes había escrito sobre la gasa. Que yo recuerde.