Estampas

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Sábado, 18 de diciembre de 2021

Después del pollo al horno y el arroz cremoso me quedo un rato comiendo trozos de turrón de Planelles (jijona), el mejor turrón del mundo, y bebiendo Beaujolais Nouveau y, cuando se acaba la botella abro una de Coppola Pinot Grigio (Diamond Collection) y leo a Otto Rank (El mito del nacimiento del héroe) que ha llegado a mi mesa en la estela de Ernest Becker. Afuera bate un sol atiplado y Martica ha ido a hacer la siesta y pienso en ella y se me va poniendo morcillona y mi cerebro se sumerge en una soñera y en una baba tibia y me sube un gozo de la barriga puede que sea el vino y el turrón la combinación de ambos; la vida es lo que uno se mete en la boca es decir ahora la vida sería un chocho en la boca meterme un chocho en la boca un chocho untoso y meloso mezclado en la boca con turrón de jijona (Planelles el mejor turrón del mundo) y vino blanco (Coppola Pinoy Grigio (Diamond Collection) eso sería no sólo la vida, eso sería todo, sería la respuesta a todas las preguntas nos pasamos la vida buscando en la mente todas las respuestas pero es el cuerpo quien tiene todas las respuestas.

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Viernes, 17 de diciembre de 2021

“Tenía las mandíbulas apretadas y la boca cubierta de espuma blanca, una espuma pegajosa que costaba retirar. Se la limpié con agua. Volvió al rincón, donde se quedó agazapada, con la mirada fija al frente. Su actitud resultaba inquietante: inmóvil, paciente, y sin intención de dormir. Aguardando. Los gatos deciden morir. Se arrastran a un lugar fresco, por el calor de la sangre, se agazapan y esperan la muerte.

Cuando llegamos a casa, tras una noche en la clínica veterinaria, salió, consumida, al jardín. Había empezado el otoño y hacia frío. Se agazapó contra el frío de la tapia, sobre la gélida tierra, en la paciente actitud de espera de la noche anterior. La llevé adentro y la puse sobre una manta, no muy cerca del radiador. Volvió a salir al jardín, la misma postura, la misma actitud paciente, mortal. La metí de nuevo en casa y la encerré. Se arrastró hasta la puerta y ahí se quedó, con la nariz pegada a ella, aguardando la muerte.

Así describe Doris Lessing cómo su gata enferma esperó la muerte. De igual manera, exactamente, lo hizo mi gato amarillo. Como la gata de Lessing, buscaba la puerta de la muerte mi gato amarillo. Quiero pensar que hice lo que hace un buen amigo cuando encontré esa puerta para él, y la abrí.

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Miércoles, 15 de diciembre de 2021

Sigo con Becker y en Becker esto acerca de la tan aclamada “madurez”. A mí siempre la madurez me ha parecido la antesala de la podredumbre. Pero. Lo del “carácter maduro” como autoengaño y hasta como requisito para nuestra sumisión ante los poderosos mayores me parece también muy acertado.

“El complejo de castración ha realizado su trabajo cuando se somete a la «realidad social». Ahora ya puede, desvalorizar los deseos y pretensiones propios y moverse sin riesgos en el mundo de los poderosos mayores. Incluso puede entregar su cuerpo a la tribu, al Estado, al paraguas mágico y protector de los mayores y sus símbolos. Es así como deja de suponerle una peligrosa negación de sí mismo. No existe, sin embargo, una diferencia real entre la imposibilidad infantil y la de un adulto; lo único que logra el adulto es la experiencia del autoengaño, lo que denominamos el carácter «maduro».”

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Martes, 14 de diciembre de 2021

No hace mucho escribí un cuento en el que se resucitaba a los hermano Castro, se les sometía a juicio, y se les condenaba a muerte naturalmente. Qué maravilla. Pero. Como esta formidable tecnología no estará disponible al menos en tres o cuatro siglos, llevo algún tiempo haciendo una lista de dictadores o semejantes que habría que matar sin demora para que la Humanidad, y sobre todo la Civilización Occidental (la única que existe), sobreviva. La resucitación (y ajusticiamiento) como forma de justicia será carísima, así que me he preguntado: ¿para qué perder dinero con esta gente en el futuro si se les puede matar ahora y evitar grandes males y gastos? Mi lista crece y crece con el tiempo. No es una idea original, se la copié a Reinaldo que me dijo una tarde en el siniestro Parque Lenin “hay que hacer una lista de toda la gente que hay que matar, es la única manera de librase de este tipo de maldad”; se refería a la maldad castrista. Yo he mejorado la idea, creo, y mi lista es puramente magnicida. Es mucho más útil matar a los que son capaces de causar la desdicha y la desgracia de muchos.

Ya estoy viejo y no tengo el dinero necesario, pero si fuera joven y multimillonario organizaría un comando magnicida de super mercenarios asesinos para higienizar el mundo. Seamos honestos, matar a Mohamed Abdullahi Mohamed, Xi Jinping, Daniel Ortega ( y consorte), Maduro, Kim Jong-un, Tamin ben Hamad al Thani, Putin, Tayyip Erdogan o los Castro, ¿no es higienizar el mundo?

Créanme, es la única solución para paliar un poco la estupidez la monstruosidad y la locura humana.

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Lunes, 13 de diciembre de 2021

Corinna Chocho de Oro batalla en los tribunales contra el Rey Juan Carlos I (los reyes lo son hasta la muerte). No opinaré sobre los intríngulis legales porque no tengo ni idea. Hablaré de lo que conozco, así que diré esto: ningún coño vale 65 millones de euros. Corinna fue durante un tiempo la querida del Rey. Bien. Las queridas van con el reinado, eso lo sabe cualquiera. Los reyes son aventureros, follan sin bajar del caballo y sin quitarse la armadura, los reyes se encoñan aquí y allá. Bien. Pero. Repito. Ningún coño (y ninguna polla, se entiende) vale 65 millones de euros. Con 65 millones de euros me compro yo decenas de coños y pollas y hasta me compro un montón de trans si me apetece. Y hasta un andrógino auténtico con pito y coño de nacimiento, que debe ser más difícil, pero con 65 millones no digo yo si lo encontraría. ¡65 millones! El Rey sufriría de demencia temporal cuando le transfirió ese dinero a Corinna. No me lo explico de otra manera. Y además ceguera. Basta mirar a la Corinna para darse cuenta de que es una persona a la que no hay que transferirse no digo yo 65 millones, ni 65 centavos.

Compadezco al Rey atrapado en las redes de Corinna Chocho de Oro. Ah, y algo curioso en estos tiempos de totalitarismo de género, cada vez que hablo con una mujer de Corinna, opina que Corinna es una zorra de cuidado.

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Domingo, 12 de diciembre de 2021

La lectura de Becker reafirma mi teoría del Entretenimiento. Es decir, que sólo hay entretenimiento y todo es entretenimiento. La extinción define lo humano, nada tiene sentido para nuestra especie que vive condenada a la monstruosa dualidad cuerpo/mente. Sólo nuestra especie está condenada a semejante infortunio. Los otros animales, carentes de conciencia, también están condenados a la extinción, pero no lo saben. De ahí que nuestra especie haya buscado diferentes maneras de paliar la angustia, del horror, de la dualidad cuerpo/mente. Una mente capaz de las mayores hazañas de la imaginación (e incluyo aquí la ciencia) pero presa en un receptáculo cuyo final es la podredumbre. Entre las creaciones más interesantes creadas por la criatura humana para olvidar o lidiar con la extinción, está en primer lugar Dios, los millares de dioses, cultos y religiones, los héroes, la filosofía, la ciencia y la literatura, las ideologías, la tecnología, el concepto de Eternidad, la cultura, los incontables mitos y leyendas (cuyo propósito final no es otro que dotarnos de la ilusión de propósito, de sentido individual y colectivo) y miles de otras formas de Entrenimiento. Porque, a fin de cuentas, eso es lo que hacemos, nos dediquemos a lo que nos dediquemos, entretenernos a la espera de que el receptáculo, es decir el cuerpo, nos saque de nuestra ilusión de que en la terrible dualidad que padecemos, la mente es más importante y otorga sentido y propósito a nuestro ir pudriéndonos. Y digo Entretenimiento con el mayor respeto, sin Entretenimiento nos suicidaríamos en masa.

Hasta hace poco, creía que esta batalla terminaría cuando la especie derrotara la muerte, pero eso no resolverá el problema de la dualidad mente/cuerpo. Sólo cuando abandonemos el cuerpo y nuestra mente pueda trasplantarse de alguna manera a un receptáculo mecánico, indestructible, no orgánico, podremos decir que hemos ganado. Pero entonces ya no seremos carne, ya no seremos nosotros. Para que la mente perdure, el soporte orgánico ha de desaparecer. Tendremos que convertirnos en una nueva especie. Pero entonces no sé si valdrá la pena ser.

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Sábado, 11 de diciembre de 2021

“Los valores de la naturaleza son valores corpóreos, los valores humanos son valores mentales y, aunque se eleven a lo más alto, están construidos sobre excrementos; nada es posible sin esto, siempre se vuelve a lo mismo. Como lo expresó Montaigne, cuando el ser humano se sienta en el trono más elevado del mundo, lo hace sobre el culo. Habitualmente, este epigrama hace reír porque rescata al mundo del orgullo artificial y del esnobismo y es un retorno a los valores igualitarios. Pero si llevamos esta observación más allá y decimos que los seres humanos no sólo se sientan sobre el culo, sino sobre sus propios excrementos, el chiste ya no tiene gracia. La tragedia del dualismo humano, su ridícula situación se torna demasiado real. El ano y su producto incomprensible y repulsivo representan no sólo el determinismo físico y la dependencia, sino el destino, así como todo lo que es físico: la degeneración y la muerte.”

Sigo con Becker.

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Viernes, 10 de diciembre de 1021

A veces, pienso que no quedan autores importantes que no haya leído. Tonterías. Gilipolleces, como se dice aquí. El mundo de los libros es inabarcable y ni yo, que lo único que he hecho toda mi vida es leer, siquiera alcanzo a explorar una mínima parte. Lo digo porque estoy leyendo a Ernest Becker, su inmenso y aterrador La negación de la muerte. Voy por sus páginas alucinado, y encuentro este acercamiento al tema del sexo y la culpa (al que he dedicado mucho tiempo y esfuerzo), que ni siquiera había sospechado y que resulta cruelmente iluminador.

“La solución física al problema de quiénes somos y por qué hemos surgido en este planeta no sirve: de hecho, supone una terrible amenaza (…) Por ello es tan difícil practicar el sexo sin culpa: la culpa aparece porque el cuerpo arroja una sombra sobre la libertad interna de la persona, sobre su «yo real» que, a través del acto sexual, se encuentra por fuerza en un papel biológico estandarizado y mecánico. Aún peor, al yo interior no se le toma en absoluto en consideración: el cuerpo se adueña por completo de la persona. Este tipo de culpa hace que el yo interior se retraiga, y le amenaza con desaparecer.
Esta es la causa por la que la mujer quiere asegurarse de que el hombre: me quiere «a mí» y «no sólo mi cuerpo». Es dolorosamente consciente de que se puede prescindir de su peculiar personalidad interna en el acto sexual. Si se puede prescindir, es que no cuenta. La cuestión es que el hombre por lo general, sólo desea el cuerpo y la personalidad total de la mujer se ve reducida a una mera función animal. La paradoja existencial se desvanece y ya no hay una humanidad característica que pueda reclamarse. Una forma creativa de hacerle frente es, sin duda, permitir que suceda y aceptarlo: es lo que los psicoanalistas denominan «regresión al servicio del ego». Durante un tiempo, la persona se convierte en su yo físico y así queda libre de la paradoja existencial y de la culpa que acompaña al sexo. El amor es la gran clave para este tipo de sexualidad porque permite la caída del individuo en la dimensión animal sin temor ni culpa, sino al contrario, con la confianza y la seguridad de que su libertad interior característica no quedará anulada por una abdicación animal”.

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Jueves, 9 de diciembre de 2021

Un fantasma recorre España, el fantasma de la Reforma de la Constitución. Yo estoy de acuerdo con el fantasma. Antes no. Pero ahora si. He vuelto a leer la Constitución española (a trozos, como leo el libro de Amis) y ¡caramba!, ya empieza mal. Esa introducción timorata y ese Artículo 2, condicionados por la sombra siniestra de los redactores catalán y vasco cuya tarea ¡y qué gran éxito obtuvieron! era rebajar la igualdad de los españoles libres e iguales desde las primeras lineas del documento fundacional.

La Nación española, deseando establecer la justicia, la libertad y la seguridad (ojo a la ausencia de la palabra igualdad) y promover el bien de cuantos la integran, en uso de su soberanía, proclama su voluntad de: Garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución y de las leyes conforme a un orden económico y social justo. Consolidar un Estado de Derecho que asegure el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular. Proteger a todos los españoles y pueblos de España (¿si ya proteges a todos los españoles que pintan ahí los pueblos de España?) en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones.

Artículo 2.
La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas.

Hay que reformar la Constitución. Comenzando por la introducción y por ese Articulo 2 que instala la ficción tribal en el mismo corazón de la Democracia española. Inocular la ficción (o locura) tribal al documento fundacional de la Democracia, y por tanto de la libertad e igualdad de los españoles, es antidemocrático. Hay que extraer a la Constitución la ponzoña tribal.

Sí, refórmenla.

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Miércoles, 8 de diciembre de 2021

Hemos puesto el arbolito y ayer tarde cuando apagué las luces de la casa se quedó titilando en el salón y la luz de la farola en la estrella dorada. En la oscuridad, afuera, maullaba el viento y se me ocurrió que en estos días que tanto me entristecen debería hacer algo inusitado: por ejemplo, bautizar mis huevos. No sé de dónde me vino eso, pero fue en lo primero que pensé en bautizarme los huevos. Nunca me han gustado mucho mis huevos, demasiado largos, los huevos que me gustaría tener son los de mi amigo V., rotundos, recogidos, estéticamente irreprochables, pero mi padre era de huevos largos y la genética es el único dios. Bautizar mis huevos con los nombres de gente que provoque a un tiempo mi maledicencia y mi piedad, a uno le pondría Lucía Méndez y al otro Ada Colau; no sería algo permanente todos los meses cambiarían de nombre mis huevos en enero podrían llamarse Pedro Almodóvar y Meritxel Batet, y en febrero Antonio Lucas y Gabriel Rufián. Uno vive pensando en grandes cosas en perfecciones literarias pero lo que importa verdaderamente es tener unos huevos rotundos, recogidos, estéticamente irreprochables.

Y todo eso lo pensé de pie en la penumbra y al titilar del arbolito y frente la estrella dorada.

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