Estampas
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Viernes, 30 de agosto de 2024
Mi consejo a los jóvenes escritores heterosexuales españoles es que comiencen a hormonarse lo antes posible y llegado el momento se pongan tetas y vagina (o lo que sea que les ponen), es decir se corten el rabo. Es la única manera de encontrar editor para publicar sus libros. Yo, a pesar de mi edad, estoy considerándolo muy seriamente. Eso sí, después de completar el cambio de sexo, me metería de inmediato a tortillera. Por cumplir un viejo sueño de todo heterosexual (ser tortillera por un tiempo), pero además porque de tortillera tienes aún más posibilidades de publicar.
Ya lo dijo Shakespeare: “Brindémonos a la época tal y como ella nos ansía”.
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Jueves, 29 de agosto de 2024
Esto, otra vez, porque al releerlo comprendo que es y será hasta el final el lema de mi casa.
Domingo, 13 de agosto (2017).– En las campiñas francesas, sentado bajo un plátano gigante, pienso en la imbecilidad humana y pienso en que lo humano en general es imbecilidad y es bajeza y vanidad y es siniestro transcurrir circular: véase el retorno del nacionalismo a Europa. A mis oídos llega el rumor del río a dos pasos como se dice y se ha levantado una brisa huesuda y terminal. Y pienso, mirándola, (he quitado los ojos del libro) en la llamada realidad en lo ilusoria que es, nadie verá el mundo nadie sentirá el mundo como lo siento yo ahora aquí instalado bajo el monstruoso plátano, nadie lo verá o sentirá de esta manera jamás. No hay salvación ni significado ni designio ni destino ni presencia oculta ni sentido ni paz ni orden ni consuelo ni viaje ni escapatoria sólo hay un hombre que mezcla palabras sentado bajo un árbol y se ha levantado una brisa huesuda y terminal.
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Martes, 27 de agosto de 2024
“Moderation is a propaganda word for censorship.”
Elon Musk.
Cuánta razón.
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Lunes, 26 de agosto de 2024
Camino del mercado las calles vacías. Mucho calor. Hoy me puse la camiseta fresquita que compré en Salamanca. Leo como veinte o treinta páginas de un libro de László Krasznahorkai. Un húngaro. Mas o menos mi edad. Bien escrito. Bien traducido, quiero decir. Pero. Demasiadas oraciones subordinadas. Lo dejo. No puedo ya con ese tipo de cosas. Compro jamón y queso y en mi cerebro la xarcutera me dice qué ganas tengo de que me la metas. Qué maravilla mi cerebro. Compro un filete de salmón noruego, lo haré al horno.
Es lo que decía ayer aquí, los hombres heterosexuales necesitamos una Ley que nos asegure y facilite el sexo casual y a discreción. ¿Es que vamos a ser los únicos españoles sin derechos?
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Domingo, 25 de agosto de 2024
Este verano, en los viajes, comenzó en Oporto o cerca, me vino la idea de que sería justo, dado el mundo cada vez más mujerista tortillero y mariquita que padecemos, que los hombres heterosexuales disfrutáramos por ley de una cuota de sexo asegurado. No es culpa nuestra que necesitemos más sexo, la Evolución así lo dispuso. La mayoría de nuestros problemas provienen de no tener todo el sexo que necesitamos. Ya existen muchas leyes en España que favorecen a la mujer, ¿por qué no una ley que nos favorezca a los hombres heterosexuales, que, es algo probado, necesitamos más sexo que las mujeres?
Hace poco vi un documental sobre la vida del pintor Edward Hooper y era muy triste y diría que hasta trágico lo poco que folló Hooper, lo pobre que fue su vida sexual. Cómo lo chantajeaba y torturaba (sí, torturaba) su mujer limitándole el acceso al coño. Lo que, a mi juicio, se refleja claramente en su pintura. No hay goce carnal en la pintura de Hooper. Los hombres heterosexuales no tienen nunca el sexo que necesitan. La vida de los hombres heterosexuales es, en general, una vida no suficientemente follada. Y con la actual apoteosis social de tortillerismo, pajarismo y mujerismo, ya hasta se ve mal mencionarlo. Sé que es complicado, pero pensar al menos en buscar una solución sería un buen comienzo.
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Sábado, 24 de agosto de 2024
Leo que hay un vasco, tenía que ser, compitiendo en Finlandia, tenía que ser, en el Campeonato Mundial de Tree–Hugging (Abrazaárboles). Lean el artículo y abandonen toda esperanza: la Civilización Occidental llega a su fin. Los africanos y los musulmanes invadiéndonos y nosotros abrazando árboles.
Al margen de eso, si yo fuera hasta Laponia (pero ni bajo amenaza de muerte iría yo a Laponia) ganaría ese concurso. Tengo experiencia en establecer con árboles la mayor más completa y espiritual de las relaciones. Admito que con un árbol de tronco duro de la Laponia resultaría algo más complicado, pero no imposible; algo se me ocurriría. Allá en mi juventud pavorosa abríamos un agujero en el tronco de un plátano o banano y metíamos el pito en busca de placer sexual; ¿y no es indiscutible que esto constituye un tipo de compenetración y hermandad entre hombre y árbol mucho mayor y completa que la obtenida si te limitas a abrazar el árbol?
Y el que diga lo contrario es un ignorante, un magufo, un perroflauta y un clásico mamalón blanco occidental suicida.
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Viernes, 23 de agosto de 2024
Donde quiera que mire en Estocolmo, gente tatuada. Pieles jóvenes y hermosas marcadas (brand) en nombre de la moda y la pertenencia a una manada. Como reses. No hay diferencia alguna entre una res marcada y una persona marcada. En ambos casos significa que quien las lleva pertenece a alguien, ya sea un rancho o un colectivo social (sea eso lo que sea). El caso de la persona marcada es más insano que el de la res porque a la pobre res se le marca contra su voluntad.
Antes sí, pero ahora (creo) no me follaría a una mujer tatuada. Lo mismo que antes sí, pero ya no follo vacas. Tal vez con un tatuaje pequeñito entre las nalgas o en una teta, transija. Pero a partir de eso que se las folle otro.
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Jueves, 22 de agosto de 2024
En el Museo (de los Premios) Nobel, compro dos fotos, una de Imre Kertéz y otra de Selma Lagerlöf. Amo a Kertész, y a Lagerlöf debo algunos de los momentos más hermosos de mi vida de lector. Todavía me recuerdo con enorme precisión debajo de la mesa, leyendo su obra maestra El maravilloso viaje de Nils Horgersson. Se ven cosas interesantes en ese museo, y otras menos interesantes. Por ejemplo, una piedra que perteneció al escritor Saramago, que al principio pensé que era la cagada de un galápago prehistórico, o del propio millonario castrista Saramago. En cualquier caso, no entiendo qué importancia puede tener guardar eso.
He colocado las fotos junto a la reproducción de uno de los cañones del Vasa, para estar a salvo de hipócritas como Saramago al menos hasta que concluya el verano. ¡A los poderosos cañones del Vasa me encomiendo!
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Miércoles, 21 de agosto de 2024
Notas nórdicas.
Tetas, chochos y culos femeninos deberían ser considerados bienes preventivos para los hombres heterosexuales.
Durante toda la estancia en Estocolmo percibo una enorme falta de virilidad. Es algo ambiental.
En Suecia al menos en esta zona donde estoy la comida es espantosa la comida nacional por así decir y debe serlo porque en todos los restaurantes puedes ver a gente comiéndola es el puré de patata con albóndigas. Lo probé, naturalmente. Muy malo. Hasta mi querido Espada hace mejores albóndigas. También comen salmón. Me gusta el salmón. Pero aquí lo hacen de tal forma que lo convierten en algo incomible. También me hablaron de un pescado que es una exquisitez, dicen, pero infortunadamente desprende un hedor tan fuerte que hay que meterlo debajo del agua para poder prepararlo con fines culinarios sin morir de asco. Dije que no.
El zumo de naranja del hotel sabía tan mal que le dije a Martica: “culos me he comido yo que sabían mejor”. Supongo que lo hacen para salvar el planeta o algo por el estilo.
Sobre las mujeres suecas se ha exagerado mucho. Los españoles sobre todo. Pero. Qué saben los españoles de mujeres. En general, culos esmirriados. Eso, las altas. Cierto que a veces te encuentras una diosa vikinga que te deja petrificado. Pero esas diosas se follan a dioses, o a diosas, como ellas. No follan con gente del pueblo llano como yo. Así que.
Si oyes a suecos hablando en sueco cinco minutos te dará dolor de cabeza. Si pasas de cinco minutos posiblemente sufras un derrame cerebral.
Las cervezas formidables, eso sí.
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Martes, 19 de agosto de 2024
A principios de la década de 1970, por truculencias del azar, llegó a mis manos un ejemplar de la revista UNESCO. Contenía un extenso reportaje sobre el rescate del Vasa, la nave había permanecido bajo el agua 333 años. Deslumbrado, me prometí que algún día, cuando escapara de la isla pavorosa, iría a Estocolmo, al Museo donde se conserva el Vasa. Me ha tomado cincuenta años cumplir mi promesa. Pero. La he cumplido más allá de todas mis expectativas: ¡he tocado el Vasa!