Estampas
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Domingo, 24 de noviembre de 2024
La dictadura del espacio, en los diarios, es una fatalidad. Por eso, les dejo aquí, tal y como fueron, las preguntas y mis respuestas a la entrevista que apareció ayer en LOC, suplemento del diario El Mundo. Por si pudiera interesar.

ENTREVISTA
Francamente, no sé por dónde empezar. Transcribiría partes del libro directamente. ¿Son unas memorias sexuales o es una ficción sexual travestida como memoria?
Es algo bueno, que no lo sepas. La literatura que se hace ahora ya no causa sorpresa o desconcierto. Es, mayormente, pensamiento grupal escrito. No son unas memorias sexuales, o lo son sólo en parte. Las experiencias personales se mezclan, sirven de basamento a la ficción. Sucede en toda mi obra. Toda obra que valga la pena, trata su autor. Mi libro, como indica su título, tiene fines didácticos, amén de ser un divertimento. Porque hay que ver el sexo como una forma de la alegría. Toda gravedad adjunta al sexo es triste y contraproducente.
Hablas de la meada de Fina, la diosa-vecina, como un hecho clave en tu nacimiento sexual. ¿De dónde te viene esa afición -más allá de lo obvio – por el sexo?
No. Fue un hecho más de una época, la adolescencia, en que el impulso sexual se convierte en algo imperativo. Sin embargo, fue un acontecimiento que me ayudó, mucho tiempo después, a valorar el poderío del erotismo. No del acto sexual, que a fin de cuentas es algo mecánico, que no tiene mayor misterio. Pero. El mundo erótico es otra cosa, algo que puede llegar a constituir un mecanismo de ampliación de la libertad personal y de la imaginación.
¿Qué educación sexual recibiste en casa?
Formal, ninguna. Pero mi madre poseía una sabiduría natural, y se las arreglaba para transmitirnos un código de conducta que ejercía una influencia considerable en nuestra actitud sexual. Y ese código, que a veces se comunicaba mediante una palabra, un gesto o una mirada, nos hablaba de lo que era correcto o incorrecto en ese mundo inquietante pero suculento y lleno de enigmas, en el que acabábamos de ser admitidos. Nos hablaba de que siempre hay que tratar bien a las mujeres, de que hay que ser cariñoso con las mujeres, de que todo lo que sucede entre una pareja sexual está bien, siempre que se haga de común acuerdo. Cuando se cierra la puerta tras dos cuerpos que se desean, deben quedarse fuera la moral, los convencionalismos, los prejuicios, el famoso “pecado” y la hipocresía, que es uno de los mayores enemigos del placer y la dicha de vivir.
¿Y por contarlo? A quienes hablan de follar, a quienes escriben de follar, a quienes ‘vacilan’ de lo follado se les tiene como un poco exhibicionistas. En algunos casos he llegado a pensar que es un poco hortera copar las conversaciones con andanzas sexuales. La realidad es que el sexo está en el centro de todo. Incluso quienes niegan las pulsiones sexuales están definidos por la negación del sexo. ¿Hablar de sexo como lo haces explica, en cierto modo, el mundo?
No hablo de andanzas sexuales. De lo que hablo es de la importancia del erotismo y el sexo en nuestras vidas. Empezando por la mía, claro. Mis libros tratan de la cantidad de libertad que somos capaces de tolerar. Hablar de sexo como lo hago, tal vez no explique el mundo, pero lo hace, creo, más sano, más honesto, más disfrutable. Y. Muy importante: introduce cierta sofisticación en un género corrompido por la cursilería, la moralidad religiosa, las convenciones sociales y la hipocresía.
¿Qué eres exactamente: un hombre pegado a la literatura o un hombre al que no le ha quedado más remedio que hacer del sexo literatura?
Soy un hombre que escribe. No me considero un literato ni un escritor profesional. Yo soy mi tema. Y eso incluye mi vida sexual, naturalmente. Y como hago con todo lo que escribo, trato de abordar la sexualidad humana de la manera más clara, honesta y menos hipócrita posible. Todos deseamos a la mujer del prójimo, la monogamia es antinatural y el futuro de la sexualidad humana es bisexual, creo que es sano decirlo. Y asumirlo. En la vida real y en tu escritura.
Hablas de las ataduras. Eres un hombre sin ellas. Un ‘raro’, como suelen calificar los simples a quienes transitan la realidad con honestidad. ¿Cómo te defines?
Me defino como un hombre libre en el paisaje del mundo. Es duro vivir a la intemperie, pero yo considero que es mucho mejor que ser parte de cualquier manada. La libertad es el bien supremo. Si nadie se molesta u ofende por lo que escribes, ¿de qué sirve escribirlo?
¿Tienes hijos? ¿Cómo los has educado sexualmente?
Tengo hijos. Pero no he participado mucho en su educación sexual. Cosas del exilio, supongo, que nos obliga, a veces, a vivir alejados de aquellos a los que amamos.
¿Eres adicto al sexo?
No creo que sea adicto a nada. Bueno, a la lectura. Soy adicto a la lectura y a los libros, que me lo han dado todo. Me gusta el sexo, pero no soy un adicto; una adicción es otra cosa.
Escribes: “Un ser humano es la suma de las batallas ganadas contra sí mismo”. ¿Qué batallas has ganado tú?
Las que he dado contra un régimen totalitario primero (que soy libre, lo prueba), y después contra una sociedad que trata de amansarte, de ignorarte o castigarte si dices lo que nadie quiere escuchar. Pero la tarea de un escritor es decir lo que nadie quiere escuchar, sobre todas las cosas, cueste lo que cueste. O, como diría, mucho mejor, mi querida Camille Paglia: “Donde quiera que haya un tabú, existe la obligación absoluta por parte del artista y el intelectual de agarrar ese tabú y hacerlo trizas”.
¿Se puede escribir acerca de los pechos de una adolescente sin ser un depravado?
Sí, se puede.
¿Cayó aquella paja con la protagonista de Avatar, una vez tenías el DVD de la película?
No, desgraciadamente. La supuesta escena del sexo entre los na´vi resultó ser bastante pudibunda y ridícula.
¿Cuál es tu magdalena de Proust sexual?
El olor de mi mujer.
Además de gallinas, ¿a qué otros animales te has follado?
En la Cuba de mi infancia el bestialismo (qué palabra horrenda) era algo bastante común entre los preadolescentes. Nuestros pitos eran incapaces de hacer daño a ningún animal. Es un detalle pintoresco de mi vida sexual, nada más. Y ya que hablamos de esto, aquí en Barcelona, tuve una amiga que amaba a los caballos. Y puedo decirte que su relación sentimental y erótica con ellos era mucho mejor que la que tienen muchas parejas humanas.
Dices que todas las mujeres tienen algo. Dentro de ese algo, algunas, además, llevan escrito en su cara, tal y como has descrito en las páginas del libro, ese fuego, por decirlo de algún modo. ¿Qué es exactamente ese fuego?
Es algo a lo que llamo hembracidad. Lo veo como la contraparte femenina del esplendor del macho alfa. Cuando un macho alfa entra en una habitación, las mujeres lo perciben claramente. Lo mismo sucede con algunas mujeres, despiden algo que dice: soy hembra, soy poderosa, soy una diosa de la lujuria y me gusta serlo. Una mujer así es siempre una demanda y una propuesta sexual. Yo las adoro.
Suena a guión de Torrente el asunto del olor de tu pito como afrodisíaco. ¿Es una licencia?
No, es verdad. Es un olor maravilloso, que me provoca una erección incluso a mí que soy su dueño, por así decirlo. Ojalá esta entrevista sirva, para que aparezca alguien interesado en comercializarlo. Sería un gran éxito.
¿Qué monólogo es la masturbación?
Es sin duda un monólogo con uno mismo, una reafirmación del portento fálico y un regreso a la charca iniciática y al líquido primigenio del que surgió la vida, del que venimos todos.
Por último, ¿este libro es un exorcismo a los santones inhibidos?
No lo creo. La mayoría de los santones y santurrones ya no tiene remedio. Es un libro dedicado a las nuevas generaciones de españoles, tan ignorantes sexualmente hablando, para animarlos a educarse, a aprender a ser sexualmente más sanos, más libres, mejores. En el fondo soy un educador, como puedes ver. Alguien que educa es, a fin de cuentas, alguien que muestra una puerta. El sexo es una puerta.
¿Cómo sería, si tuvieras que hacer un plano, tu mujer ideal?
Pues sería una mujer libre, una mujer con una gran hembracidad, no hay espectáculo más bello que el de una hembra sexualmente libre. No olvides que para mí una mujer corriéndose es más hermosa que la Victoria de Samotracia.
El sexo le ha causado problemas a Errejón. Algunos escritores están siendo señalados en denuncias anónimas. Los comportamientos descritos son extraños. No soy ingenuo: follando todos somos niños en celo. ¿Pero qué le puede llevar a un hombre pajearse frente a una mujer que huye, a la que acaba de intentar forzar a tener sexo.
La Primera Ley Sexual es aquella que dice: Todos de acuerdo. Si Errejón no la cumplió con alguno de sus ligues o parejas, debe ser castigado. Pero hay que ser objetivo y riguroso. No hay que olvidar que lo políticamente correcto y las doctrinas woke son la nueva policía del pensamiento.

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Sábado, 23 de noviembre de 2024
Intercalo en mi lectura de Sebreli, un librito de Simone Weil titulado Contra los partidos políticos. Donde encuentro esto tan interesante:
“La operación de tomar partido, de tomar posición a favor o en contra, ha sustituido la obligación de pensar. Es una lepra que ha tenido origen en los ambientes políticos y se ha extendido hasta fagocitar casi la totalidad del pensamiento. Es dudoso que se pueda remediar esta lepra que nos mata si no se comienza por suprimir los partidos políticos”.

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Viernes, 22 de noviembre de 2024
En El hombre que mató a Liberty Valance, qué lacerante la transformación del recto y apasionado abogado (Stodard). Quien en su juventud fue limpio y real, regresa como un político trillado y presuntuoso. Y más lacerante aún, si cabe, es el triste destino de la voluble Hallie que al volver, comparada con la joven vivaz que pretendía Doniphon, es poco más que una presencia fantasmagórica. Pero, amén de esto, lo que más disfruto de esta obra maestra de John Ford es que aclara, de la manera más definitiva, que la palabra (Stoddard), es inútil a la hora de enfrentar el Mal (Valance). Sólo las armas pueden hacerlo (Doniphon).

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Jueves, 21 de noviembre de 2024
La otra noche solito me puse a ver otra vez El hombre que mató a Liberty Valance, del gran John Ford. Qué obra maestra. Qué diálogos magistrales hasta la última frase. Comparado con obras así el cine que se hace ahora no vale nada.

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Miércoles, 20 de noviembre de 2024
Sueño con mi padre al amanecer. Está sentado en una escalera de piedra que da acceso a una casa vieja. La casa tiene un aire familiar pero estoy seguro de que nunca la he visto. Hablamos como si nada hubiera ocurrido y él no estuviera muerto y yo no fuera un viejo. En el sueño tengo que cortarme el pelo así que bajamos a una especie de barranco cercano a la casa lleno de maleza y basura, allí está la peluquera que no es la viene a casa sino una mujer que se parece a una de las pescaderas del mercado; siéntate me dice la peluquera señalando una silla de madera entre la maleza y le digo a mi padre ¿quieres cortarte el pelo? y él asiente; pero la peluquera se aleja y se pone a conversar con unos niños que se hallan más cerca del fondo del barranco donde el aire es más pesado y escaso, en el sueño lo sé. Mi padre al final de su vida apenas tenía pelo sobre todo en la parte superior del cráneo pero ahora sí tiene. Abundante. Se ve bien mi padre, repuestico solía decir mi madre y una parte de mí comienza a sentir que debo buscar la manera de salir del barranco lo antes posible mientras otra está convencida de que el barranco es una cúspide soleada y de que tengo, cueste lo que cueste, que ascender a ella.

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Martes, 19 e noviembre de 2014
Gracias a un amable lector de este blog, me he enterado de la existencia del Libelo sobre la cultura en euskera de Matías Múgica. Un texto que es como una luz en las tinieblas de la caverna tribal española. Se los recomiendo. Y tengan en cuenta que la recomendación viene de alguien que ni siquiera cree que exista la cultura en euskera.
“Vengo a decir dos cosas, y parece mentira que me haya costado tanto decirlas: primero que la cultura vasca es mala. Incluso muy mala. Salvo excepciones, es una cultura pueblerina y sin interés, que no puede bastar para la formación de nadie. Esto, en sí mismo, no constituye ninguna crítica: por diversas razones es lógico y previsible que sea así. Lo que no es tan normal y sí merece crítica, es intentar presentarla, como se hace constantemente, como un equivalente o incluso posible sustituto de la cultura mayoritaria del país, con vocación de ser algún día su cultura única; esto en mi opinión es peligroso e irresponsable, sobre todo teniendo en cuenta que las víctimas de la “homologación” van a ser los jóvenes. El día en que estos dejen de educarse en culturas «extranjeras», por seguir usando jerga paranoica, y las sustituyan por la “propia” (y esto, no me cabe duda, es lo que muchos pretenden e incluso ya van consiguiendo), habremos dado un gran paso en el descerebramiento del país, cosa que no puede sino preocupar a alguien con un poco de conciencia”.

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Lunes, 18 de noviembre de 2024
“Los paraísos son siempre paraísos perdidos o no alcanzados, nunca paraísos vividos, y sólo tienen entidad en el recuerdo o en el deseo”.
Sigo con Sebreli.

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Domingo, 17 de noviembre de 2024
Regresaba de un paseo por el pueblo al oscurecer cuando todo quiero decir la Naturaleza comenzó a segregar una pesadumbre terminal. Algo horroroso. Como si uno no tuviera suficiente ya con el horror humano me dije y apuré el paso.

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Sábado, 16 de noviembre de 2024
Sale el sol y voy a ver el mandarino. Tiene una historia complicada nuestro mandarino. Hace años lo sembré en un sitio inadecuado y hasta peligroso por la invasión de raíces de los bambúes cercanos (por fortuna, ya exterminados). Durante mucho tiempo resistió, no sin cierto heroísmo, pero terminó, ralo y desmejorado, siendo lo opuesto a esa presencia suntuosa que tienen las plantas felices. Cuando me decidí a trasplantarla a una maceta grande, comprobé que sus pálidas y escasas raicillas sobrevivían, trabajosamente, ahogadas por una intrincada red de gruesas y duras raíces de bambú. A partir de que la mudé a su nuevo lugar, nuestro mandarino ha recuperado fuerza y lozanía. Pero. Le ha llevado algún tiempo, eso sí. Ahora mismo he salido a verlo y lo hago a menudo porque en su presencia, acariciando sus hojas, llego a veces a sentirme suntuoso como una planta feliz.

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Viernes, 15 de noviembre de 2024
“Otro rasgo peculiar de la identidad cultural de ciertos pueblos ha sido el trato dado a los ancianos; los etnólogos han brindado una documentación impresionante al respecto. En gran número de sociedades primitivas era común el asesinato ritual de los viejos. Entre los shilluk del Nilo Blanco, se mataba a los jefes ancianos al menor síntoma de debilidad. Entre los dinka, en el sur de Sudán, algunos viejos que habían tenido un rol importante eran enterrados vivos en una ceremonia ritual. Los koryak del norte de Siberia mataban a los viejos en presencia de toda la comunidad después de complicadas ceremonias. Otra tribu siberiana, los chukchee, estrangulaban a los viejos con un anillo en una gran fiesta en la que se bebía, se cantaba, se bailaba y se tocaba el tambor. Entre los indios hopik, entre los creek, y entre los bosquimanos del sur de África, la costumbre era conducir al anciano a una cabaña construida especialmente, dejarle un poco de agua y comida y abandonarlo. Entre los esquimales, se pedía a los ancianos que fueran a acostarse en la nieve a esperar la muerte, se les olvidaba sobre un banco de hielo en el curso de una expedición de pesca, o se les encerraba en un iglú, donde morían de frío. Entre los ojibwa del norte, pieles rojas que vivían cerca del lago Winnipeg, los hijos mataban de un golpe de hacha a los padres viejos, en medio de una fiesta en la que se cantaba y bailaba. En las islas Trobriand, en la Polinesia, los adultos comían a los viejos creyendo asimilar de ese modo su sabiduría. Entre los indios del Gran Chaco –choratis, matacos, tobas, chanés– se mataba a los ancianos de un flechazo en el corazón y se quemaba el cadáver. Nada de todo esto cuentan, por supuesto, los antropólogos enamorados del buen salvaje o los generosos defensores de la identidad cultural.”
La identidad cultural es una fuente de estupidez, racismo y enclaustramiento mental. Las tradiciones son un foco infeccioso al que hay que despojar del pensamiento mágico que le ha endosado el tribalismo, que, en la sociedad española moderna encarna con siniestra impronta el nacionalismo regional.
Sigo leyendo a Sebreli, con mucho provecho.
