Estampas

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Jueves, 26 de diciembre de 2024

Qué días raros en mi cerebro, estos en los que finaliza (y todos morimos un poco) el año. Como en ningún otro momento recuerdo mi infancia, a mis padres, a mis queridos perros y gatos, y a algunos amigos (en ese orden). Pocos animales humanos están a la altura de mis perros y gatos: Campeón, Negrito, Aretino, Popota. Y lo extraño, en verdad, es que los recuerdo como si el tiempo no los hubiera tocado, los recuerdo tal como eran en aquella época, y envueltos en una pátina dichosa, dulce me atrevo a decir; aunque otra parte de mi cerebro sabe que también fuimos desdichados, que sufrimos grandes humillaciones y miserias varias. Sin embargo, este conocimiento no impide a mi cerebro la producción, digamos, de la pátina dichosa. De una narrativa (como se dice ahora, mejorada) Es como para pensar que nuestro cerebro da prioridad a la ficción consoladora antes que a los hechos. Que nuestro cerebro es en realidad un escritor y nosotros su novela.

Creemos, ilusos, soberbios, tomar decisiones independientes, pero él nos va escribiendo piadosamente.

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Martes, 24 de diciembre de 2024

Estoy haciendo una paletilla de cordero al horno con patatas. La receta me llamó la atención porque el adobo consiste en untar el cordero con manteca de cerdo, añadir sal y pimienta negra, y un poco de vino y aceite de oliva extra virgen. Algo sencillo, pero que promete, o me lo parece. Después de una hora, cubierto, en el horno, se le da la vuelta, se agregan las patatas y dos cebollas dulces cortadas a la juliana, y más vino. Y de vuelta al horno, descubierto, hasta que esté doradito. Esa será la cena de Nochebuena. Yo y la diosa, solitos. Tal vez el gran secreto de ser feliz radica en necesitar la menor cantidad de personas para serlo.

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Lunes, 23 de diciembre de 2024

Este ha sido un año de grandes lecturas y es justo destacar el descubrimiento de la obra de Juan José Sebreli. Qué valiente inteligencia, para variar; sabemos que lo que abunda mayormente son inteligencias cobardicas, mierdecillas y pensamiento grupal. Qué vergüenza no haber leído antes a Sebreli.

Y. Por otro lado, como no voy a ser yo el único que no proclame cuál es el mejor libro del año, diré que mi mejor libro del año 2024 es mi mejor libro del año 2023: Vida de Arcadio. El de Espada fue el mejor libro escrito en España en 2023, y continúa en la cumbre en 2024. Sospecho que seguirá en ella por muchos años.


Literatura de los hechos

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Domingo, 22 de diciembre de 2024

Domingo de quesos: Saporito italiano, Comté Bleue reserva, Bellegen holandés, Gris de montaña de la Sierra de las Nieves y Payoyo. Un nítido Augvstvs chardonnay de acompañante. Y solomillo de ternera escoltado de berenjena rebozada.

Y eso que acaban de empezar las fiestas.

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Sábado, 21 de diciembre de 2024

Lo que faltaba, un islamófobo, como si no tuviéramos suficiente con los terroristas religiosos musulmanes, lanza su coche contra los viandantes en un mercadillo navideño alemán y mata a cinco personas y hiere a doscientas. Un islamófobo.

Por qué no lanzó el coche contra una mezquita, se pregunta uno.


Feliz Navidad

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Viernes, 20 de diciembre de 2024

Mi hermano mayor me envía este hermoso poema.

UNA VEZ MÁS DICIEMBRE

A la memoria de Antonio Dagoberto Abreu Blanco (1917-1999), mi padre.

April is the cruellest month, breeding
Lilacs out of the dead land, mixing
Memory and desire, stirring
Dull roots with spring rain.

T. S. Eliot

No, diciembre es el mes más cruel,
engendra muertos en las paredes de mi cuarto,
desgasta deseos en la memoria
y los enchumba de melancolía.
Así entra un niño, casi un adolescente, delgadito, pálido,
viste un traje color crema
–en otras está vestido de marinero–
y está descalzo.
Enseguida lo reconozco, es mi padre.
No dice nada, solo me mira con la cabeza un poco baja,
el pelo revuelto.
No trae flores en las manos,
no le gustan demasiado las flores
ni las lluvias primaverales,

de cualquier forma estamos en invierno
y parece que en Sweetwater
no nevará esta noche, ni mañana, ni nunca,
ni siquiera habrá frío.
Solo ese polvo que es como una llovizna
que empapa y embota los sentidos,
rumia como mi gato en la ventana,
permanentemente clausurada.
Ven, dice mi padre,
y yo no sé si me está llamando al otro lado
o solo desea mostrarme
la miel que se le escurre
entre las sombras de su riñón izquierdo
y un camión azul.
Ven, dice mi padre, y las lomas de Matanzas
están brumosas detrás de su mirada.
Las trampas de las jaulas aún tienen alpiste,
pero los tomeguines se niegan a caer.
Cuando aquello yo estaba en Berlín viendo de lejos
la tristeza sin color de la parte opaca de la ciudad
que había sido comunista,
cuando me llama mi hermana para decirme
que mi padre no se quería despertar.

Duerme y en el círculo
las olas blancas, transparentes,
esperan por el golpe que las desbande.
Mi madre no puede hacer nada
porque está muerta desde hace cuatro años.
Salió a comprar pan y una sopa de pescado
para mi padre y en Flagler y la 20 Avenida
la aplastó un carro.
Quedó un círculo rojo donde cayó la cabeza.
No me atreví a tocarlo.
Mi padre no fue al entierro como no había ido al de su madre.
No le gustaban los velorios ni los entierros,
ni los cementerios, nada que tuviera que ver con la muerte.
Bastante muerte había acumulado ya
en más de ochenta años.
Estaba harto,
ahora le bastaba con la televisión, sus cigarros,
una cerveza Bush y,
de vez en cuando, que lo sacara a comer
aunque siempre pedía lo mismo,
fuéramos donde fuéramos
–bistec con papas fritas–
y al Valentino, el único cine que,

todavía,
ponía películas con subtítulos en español
y que ya no existe.
De joven le gustaba la pelota
aunque nunca iba al estadium, pero de viejo no toleraba
verla por la televisión,
solo películas que nunca terminaba
pues se quedaba dormido en su reclinable gris
atestado de quemaduras de cigarros.
La mirada perdida, en busca de la llegada de mi madre
cosa que, ya nunca ocurriría.
Era una mirada blanca, cuajada de vetas grises,
donde un pájaro cantaba exclusivamente para él.
Nunca supe el nombre de aquel pájaro,
él jamás me lo dijo y no me decidí a preguntarle.
Una vez yo, como todos los días,
camino del trabajo al pasar por su casa
vi a mi madre acostada, como siempre
untándose pomadas
y le pregunté por mi padre.
Se fue temprano al Parque del Dominó y
no ha regresado, me susurró al oído.
Salí a buscarlo y me lo encontré caminando

lejos de la casa, desorientado.
Es que no encuentro el camino, me dijo.
Estaba sudado y sonriente,
pero no preocupado.
Traía algo que se había encontrado,
siempre estaba recogiendo cosas inservibles
y cualquier juguete.
Con el tiempo los caminos cambian,
ya no te llevan a los mismos lugares
sino que juegan contigo a los escondidos.
El niño ahora está en una cama,
mi hermana dice que no puede hacer nada más,
que se niega a despertar.
Hay placidez en el rostro de mi padre,
diría que hasta dulzura,
su sueño es exclusivo y nosotros no podemos entrar,
solo mirar cómo se apaga sin apuro,
sin estridencias ni aspavientos.
Estamos en diciembre
y diciembre es el mes más cruel,
los muertos asoman sus cabezas por las paredes,
hacen señas obscenas, se burlan,
y hasta mis perras se niegan a seguir.

Todos me miran,
parece que mi padre ya encontró el camino.

Diciembre y 2024.

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Jueves, 19 de diciembre de 2024

Y sobre Miguel Ángel Blanco y sus asesinos, añadir que por orden de Txapote lo mantuvieron atado y amordazado cuarenta y ocho horas en el maletero de un coche, justo hasta el momento de matarlo. Cuarenta y ocho horas. Me he enterado de esto (se omite, curiosamente, la tortura, cuando se habla del crimen) leyendo La tribu caníbal el pulcro e hirviente libro sobre la violencia de ETA que mi amigo Carlos Rodríguez Estacio acaba de publicar. Y aún otro detalle que no se menciona: la autopsia revela que Blanco tenía las mejillas quemadas: se había pasado los dos días que lo mantuvieron dentro del maletero del coche, llorando.

Esas lágrimas son el estigma imborrable en el rostro de una España que eligió arrodillarse ante los bárbaros.

Lean el libro de Estacio. Es indispensable si queremos calibrar la barbarie tribal etarra y la inconmensurable fosa de bajeza e infamia de los políticos que pactaron el blanqueamiento de los terroristas, y que están a punto de liberar al verdugo de Miguel Ángel Blanco.

5847

Miércoles, 18 de diciembre de 2024

Si en algo podemos confiar en lo que concierne a la Justicia y a la Política española es en que Josu Ternera morirá en libertad y no en la cárcel como merece por sus crímenes y Jordi Pujol jamás será castigado por sus latrocinios. Ah, y en que Txapote, torturador y asesino de Miguel Ángel Blanco y condenado por trece asesinatos a cientos de años de cárcel que no cumplirá, saldrá en libertad en 2025 y será recibido como un héroe por sus cómplices, léase los vascos.

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Martes, 16 de diciembre de 2024

“La vida de Jesús, tal como la cuentan los Evangelios, es en parte también copia de la existencia de otros profetas anteriores, como Buda o Moisés. Es nula la documentación histórica sobre Jesús, nada se sabe sobre Belén; toda Judea era una zona semidesértica, marginada de cualquier centro urbano importante como para que los historiadores de la época se ocuparan de ella”.

“Las escasas evidencias sobre la vida de Jesús de Nazaret otorgan una gran libertad para la fantasía; todas las interpretaciones son posibles, incluso la creencia de que no existió como personaje real, sino solo como un ser espiritual o un símbolo”.

“El teólogo Robert M. Price, refiriéndose a una exitosa novela seudobiográfica, decía que investigar periodísticamente la verdadera historia de Jesús es como documentar la vida de Robin Hood o de Superman”.

Sigo con Sebreli.

5845

Lunes, 16 de diciembre de 2024

Toda mi vida he intentado identificar al enemigo y he llegado a la conclusión después de muchos y variados avatares de que los que vienen a salvarnos son el enemigo.

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