5966
Martes, 22 de abril de 2025
Ha muerto el Papa, líder de la Iglesia católica, la mayor y más antigua organización de homófobos, misóginos, pederastas y estafadores del mundo. Lo de los pederastas no necesita explicación, a la vista de todos está, lo de estafadores tampoco, pero aún así añadiré que lo digo por tratarse de una organización cuya base es la máxima estafa jamás contada: la de la vida eterna, la resurrección y el Cielo y el Infierno. Hacerse rico y poderoso a costa de estas supersticiones es una jugada maestra, eso hay que reconocerlo.
La estafa de los dioses es la más longeva y lucrativa de las que sufren los humanos, que no pueden vivir sin esperanza, cuyo patético ego les impide admitir que carecen de sentido en términos cósmicos, y son incapaces de aceptar la extinción.
El aluvión de diarrea apologética por la muerte del Papa Francisco amenaza con ahogarnos a todos, pero sacaré la cabeza un momento para decir que Francisco jamás abrió la bocaza para condenar los crímenes de los Castro, Chávez o Maduro y fue, digámoslo escatológicamente, un lameculo de estos asesinos. Amén de un demagogo populista que podía llegar a lo grotesco en plan aleccionador sin pudor alguno; recuérdense sus declaraciones justificando los asesinatos islamistas en Charlie Hebdo, aún fresca la sangre de la matanza.
Ha muerto el Papa argentino, y el mundo, como bien dice el tango, seguirá siendo la misma porquería que cuando vivía.
