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Miércoles, 12 de marzo de 2025
Llevo años criticando los coños depilados y exaltando los coños peludos. Esos coños laserados (de laser) me hacen pensar en purificación, que es lo contrario de lo sexual, y en pederastia. Y no sólo llevo años defendiendo los vellos púbicos también los olores adjuntos a la gloriosa puerta a través del cual llegamos y nos marchamos (¿cada orgasmo masculino no es un poco irse?). Cuánto he escrito e instruido acerca de las maravillas de un coño que huela lo preciso, ni poco, en cuyo caso huele a sacristía, ni demasiado, porque se humaniza en el peor sentido. Ah, pero lo justo, lo que he dado en llamar el santo equilibrio, qué delicia.
Hablo de esto porque el periodista Espada menciona hoy de forma algo aviesa estas dos exquisiteces.
