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Sábado, 25 de enero de 2025
Estoy haciendo una paletilla de cordero al horno. Estará lista en diez minutos, más o menos. He seguido una receta que me gusta mucho, se recubre la pieza con manteca de cerdo antes de añadir sal y pimienta aceite de oliva y vino. El vino, del Bierzo, como uno de esos clítoris abundantes, frondosos. La tarde la pasaré leyendo a Gombrowicz, donde he encontrado esto sobre Borges, tan interesante:
“Borges y yo somos polos opuestos. Él se halla enraizado en la literatura, yo en la vida. A decir verdad, yo soy antiliterario. Precisamente por ese motivo un acercamiento entre Borges y yo hubiera podido resultar fructífero, pero se interpusieron algunas dificultades técnicas. Nos encontramos una o dos veces, y eso fue todo. Borges tenía ya su pequeña camarilla, un tanto obsequiosa; él hablaba y ellos escuchaban.”
“Lo que decía no me parecía de la mejor calidad; era demasiado limitado, demasiado literario, paradojas, frases ingeniosas, sutilezas, en una palabra, el género que más detesto. Su inteligencia no me deslumbró; sólo más tarde, cuando leí sus obras propiamente artísticas (sus cuentos), no pude por menos que reconocer que poseía una rara perspicacia de alma y de espíritu. Pero el Borges hablado, ese Borges de conversaciones, de conferencias, de entrevistas, y también el de los ensayos y las críticas, siempre me ha parecido pobre, y más bien superficial. En Argentina me citaban a menudo como «excelentes» las frases ingeniosas de Borges. Pues bien, siempre sufría una decepción. Aquello sólo era literatura, y ni siquiera de la mejor.”