5856
Sábado, 28 de diciembre de 2024
“El sufrimiento terrible de Miguel Ángel Blanco duró unas 60 horas (contando también las que estuvo en coma), pero el de sus padres se prolongó el resto de sus vidas (…) El sufrimiento tomó forma de enfermedades: hernias discales, tumores… Miguel, el padre, murió a principios de marzo de 2020 y eso provocó que Consuelo, la madre, se fuera a vivir con su hija y sus nietas a Madrid. Allí, el 1 de abril, la abatía el COVID. Rendía así veinte días después de la muerte de su marido, una vida que probablemente no estimaba ya mucho. Su hija Marimar no pudo despedir a su madre por las normas, tan drásticas como tardías, que se habían establecido en relación con la pandemia”.
“Más suerte tuvo la familia del etarra Iñigo Gutiérrez Carrillo, que, en pleno estado de alarma, obtuvo un salvoconducto para viajar desde Guecho hasta la cárcel de Picassent, en Valencia, con el objetivo de confortar al terrorista por el fallecimiento de su padre durante la pandemia”.
Sigo leyendo La tribu caníbal. Eso sí, cada vez más enfurecido y cada vez más a favor de la pena de muerte para patriotas asesinos.
