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Domingo, 1 de diciembre de 2024
Cuando una doctrina política logra convertirse en un negocio (digamos el cambio climático, las políticas woke, el mujerismo, el negrismo, o el tratamiento y eventual mutilación infantil y juvenil trans), y consigue además ser parte de la política de inversión de grandes empresas y de gobiernos, convirtiéndose así en una cuantiosa fuente de ingresos para la burocracia funcionarial, la tupida red clientelar de los Partidos, y para los activistas profesionales y muchos otros tipos de parásitos del sistema, es prácticamente imposible derrotarla.