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Jueves, 28 de noviembre de 2024

Sigo con Sebreli: El olvido de la razón. Me ayuda a desinfectar el cerebro de impresiones novelescas de lector juvenil, así las memorias de Jung. Salí de debajo de la mesa convencido de que Jung era un gran genio y ahora gracias a Sebreli comprendo de la manera más documentada que el pobre hombre estaba como un cencerro. Un cencerro racista y nazi por añadidura: ¡la grandeza germana!, ¡la memoria racial! Y el pobre Freud por otro lado si se hubiera follado a sus pacientes le hubiera ido mejor y sus teorías no estarían directamente relacionadas con su falta de sexo. Decepcionado, sí, un poco. Pero ahora tengo menos infectado el cerebro.

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© Juan Abreu, 2006-2019