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Miércoles, 20 de noviembre de 2024

Sueño con mi padre al amanecer. Está sentado en una escalera de piedra que da acceso a una casa vieja. La casa tiene un aire familiar pero estoy seguro de que nunca la he visto. Hablamos como si nada hubiera ocurrido y él no estuviera muerto y yo no fuera un viejo. En el sueño tengo que cortarme el pelo así que bajamos a una especie de barranco cercano a la casa lleno de maleza y basura, allí está la peluquera que no es la viene a casa sino una mujer que se parece a una de las pescaderas del mercado; siéntate me dice la peluquera señalando una silla de madera entre la maleza y le digo a mi padre ¿quieres cortarte el pelo? y él asiente; pero la peluquera se aleja y se pone a conversar con unos niños que se hallan más cerca del fondo del barranco donde el aire es más pesado y escaso, en el sueño lo sé. Mi padre al final de su vida apenas tenía pelo sobre todo en la parte superior del cráneo pero ahora sí tiene. Abundante. Se ve bien mi padre, repuestico solía decir mi madre y una parte de mí comienza a sentir que debo buscar la manera de salir del barranco lo antes posible mientras otra está convencida de que el barranco es una cúspide soleada y de que tengo, cueste lo que cueste, que ascender a ella.

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© Juan Abreu, 2006-2019