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Viernes, 15 de noviembre de 2024
“Otro rasgo peculiar de la identidad cultural de ciertos pueblos ha sido el trato dado a los ancianos; los etnólogos han brindado una documentación impresionante al respecto. En gran número de sociedades primitivas era común el asesinato ritual de los viejos. Entre los shilluk del Nilo Blanco, se mataba a los jefes ancianos al menor síntoma de debilidad. Entre los dinka, en el sur de Sudán, algunos viejos que habían tenido un rol importante eran enterrados vivos en una ceremonia ritual. Los koryak del norte de Siberia mataban a los viejos en presencia de toda la comunidad después de complicadas ceremonias. Otra tribu siberiana, los chukchee, estrangulaban a los viejos con un anillo en una gran fiesta en la que se bebía, se cantaba, se bailaba y se tocaba el tambor. Entre los indios hopik, entre los creek, y entre los bosquimanos del sur de África, la costumbre era conducir al anciano a una cabaña construida especialmente, dejarle un poco de agua y comida y abandonarlo. Entre los esquimales, se pedía a los ancianos que fueran a acostarse en la nieve a esperar la muerte, se les olvidaba sobre un banco de hielo en el curso de una expedición de pesca, o se les encerraba en un iglú, donde morían de frío. Entre los ojibwa del norte, pieles rojas que vivían cerca del lago Winnipeg, los hijos mataban de un golpe de hacha a los padres viejos, en medio de una fiesta en la que se cantaba y bailaba. En las islas Trobriand, en la Polinesia, los adultos comían a los viejos creyendo asimilar de ese modo su sabiduría. Entre los indios del Gran Chaco –choratis, matacos, tobas, chanés– se mataba a los ancianos de un flechazo en el corazón y se quemaba el cadáver. Nada de todo esto cuentan, por supuesto, los antropólogos enamorados del buen salvaje o los generosos defensores de la identidad cultural.”
La identidad cultural es una fuente de estupidez, racismo y enclaustramiento mental. Las tradiciones son un foco infeccioso al que hay que despojar del pensamiento mágico que le ha endosado el tribalismo, que, en la sociedad española moderna encarna con siniestra impronta el nacionalismo regional.
Sigo leyendo a Sebreli, con mucho provecho.