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Sábado, 9 de noviembre de 2024

Pensaba leer un par de horas a Sebreli. Pero. Apenas he podido hacerlo quince minutos. Demasiadas cosas. Dentro de la cabeza y en el exterior. A ver si mañana. Cuando no leo varias horas a la semana como mínimo me voy embruteciendo, animalizando, y lo peor, bestializando. Que no es lo mismo que animalizando aunque lo parezca. Los libros son además de una puerta por la que escapas un muro que te separa, al menos a mí, del mono que fuimos y que seguimos siendo. Y sin lectura siento que el mono avanza y reclama sus territorios. Hace un rato fui a la tienda del paki a comprar malangas. Sólo allá se consiguen malangas del trópico, en otras tiendas, si hay, son de las pequeñas y enfurruñadas malangas africanas. Trabajador el paki. Comenzó con un local pequeño y angosto y ahora ya tiene dos en el centro del pueblo, y el segundo ancho y aireado. Qué maravilla el capitalismo.

Mi hermano anda por Florencia, véanlo a los pies del David. Qué lejos hemos llegado.


Estado Real contra Estado imaginario

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