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Domingo, 22 de septiembre de 2024

Bueno. He de salir en defensa del pobre pajarillo víctima del pajarraco cuco, que practica el “parasitismo de puesta”, y al que nuestro primer Espada llama hoy: Un cornudo, sin más. Hombre, hombre, pobre pajarillo. Qué culpa tiene. Sólo cumple con el evolutivo mandato de cuidar de la cría del parásito. ¡Es el bueno de la historia! Una pobre víctima, como todos los animales, alimaña humana incluida, de la Evolución. Y ya que se habla, a fin de cuentas, de víctimas y culpables, tan libre de culpa como el señor Pélicot que, como no existe el libre albedrío, sólo podía hacer lo que hizo. ¿No? No se puede saber que no hay libre albedrío pero obviarlo cuando nos conviene. Bueno, se puede, pero priva de médula hasta cierto punto todo el ingenioso (primera acepción) andamiaje argumental.

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© Juan Abreu, 2006-2019