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Viernes, 26 de julio de 2024
Termino Almas en pena chapolas negras, la biografía que Fernando Vallejo dedica al poeta José Asunción Silva. Yo no sabía nada de Silva y ahora sé algo. El libro de Vallejo es como siempre con el Vallejo biógrafo una novela de Vallejo. No es que importe mucho. Un libro de Vallejo siempre contiene alguna gran verdad respecto “al lento ascenso del hombre desde el simio hasta el inodoro”. Pero una biografía es otra cosa. Creo. Me quedé con ganas de saber más de la intuida relación incestuosa del bello Silva con su bellísima hermana Elvira. Pero para eso hacía falta un George D. Painter, supongo. El libro se burla de Octavio Paz a la ácida manera de Vallejo, lo que me hizo soltar varias carcajadas. Y como gran colofón descubrir que el paternal aserrín, aserrán, de los maderos de San Juan de mi infancia provienen de un hermoso poema de Silva:
Aserrín,
aserrán,
los maderos
de San Juan
piden queso, piden pan;
los de Roque,
alfandoque,
los de Rique,
alfeñique,
los de triqui,
triqui, tran.
¡Triqui, triqui
triqui, tran!