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Jueves, 6 de junio de 2024

Uno está más o menos al tanto de la siniestra locura woke y la decadencia y envilecimiento que significa para la Civilización Occidental. Pero. El libro de Rampini tiene momentos que me causan estupor. A mí, que siempre espero lo peor de la basura autoproclamada progresista, del mujerismo y del racismo negrista. Ojo al testimonio de una estudiante que se matricula en un máster de la Universidad de Columbia:

“Para las pruebas de admisión, he tenido que escribir una redacción en la que debía anticipar cuál sería mi compromiso con el racismo hacia los negros, porque es un dogma que el verdadero racismo es sólo el de nosotros, los blancos, hacia los negros. Me han excluido del curso que más me interesaba, sobre asistencia a drogadictos, porque los no blancos tienen prioridad. En la semana inicial del máster, dedicada a la orientación de los recién inscritos, se nos pidió a los alumnos blancos que pidiéramos perdón a nuestros compañeros negros por el racismo del que somos portadores (…) Cada dos semanas, las personas blancas como yo tenemos que asistir a una reunión de White Accountability (Responsabilidad blanca): dos horas con una persona que nos interroga para hacernos reconocer nuestras microagresiones contra los negros y pedirnos que nos arrepintamos. ¿Qué se entiende por microagresiones?, pregunto. Hay una lista larguísima de frases prohibidas, porque se consideran ofensivas. Por ejemplo, nunca se debe preguntar a un compañero de dónde es: puede sonar como una discriminación étnica implícita. Ay de ti si preguntas hacia que campo de estudio quiere orientarse: si es negro esa palabra puede evocar la plantación de algodón donde trabajaban sus antepasados esclavos”.

Máster. Universidad de Columbia. Qué negro futuro, nunca mejor dicho.

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© Juan Abreu, 2006-2019