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Sábado, 17 de febrero de 2024

Putin ha matado a Navalny y seguirá matando, nada ni nadie lo detendrá. Es un asesino dueño de un país. Lo mismo, guardando todas las proporciones, es lo que ha sucedido y sucede en Cuba con la familia Castro (ya es hora de dejar de culpar exclusivamente a los dos hermanos). Olvídenlo, Europa no echará a andar la máquina de la violencia contra Putin. Las ayudas a Zelensky, dejémonos de hipocresía, alcanzan para resistir (¿por cuánto tiempo más?) a Putin, pero no para vencerle. Europa y USA se cuidan mucho de dar armas definitivas a Zelensky. Ucrania no tendrá posibilidades de vencer a Rusia hasta que no tenga la capacidad de bombardear o lanzar una lluvia de potentes misiles contra Moscú. Pero qué digo, si ni siquiera tiene suficientes municiones. Nadie quiere, en verdad, poner en su sitio a Putin ni a Rusia, ese sempiterno campo de concentración.

Mientras Occidente es debilitado desde dentro (políticas woke, colonización islámica, multiculturalismo, inmigración descontrolada, ¡Agenda 2030!) por propios y extraños, Moscú, China, y sus aliados hacen exactamente lo que les da la gana sin apenas respuesta de USA, y de Inglaterra, el único país europeo con el que se puede contar a la hora de la necesaria violencia. Si la democracia y la libertad abandonan las armas para defenderse de sus enemigos, no es que vayan a perder: ya han perdido.

Es sólo cuestión de tiempo.

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© Juan Abreu, 2006-2019