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Sábado, 27 de enero de 2024

De tarde en tarde me entran ganas de pintar. Quiero decir que comienzo a pintar en mi cerebro que es donde mejor se pinta, como bien sabe cualquier pintor. En cuanto la pintura sale de tu cabeza y pasa al lienzo o al papel, ya todo va cuesta abajo. Y hay que conformarse con la sombra de lo que imaginaste. Que puede quedar muy bien, y, si tienes mucho talento, ser una grandiosa obra de arte. Pero. Siempre un eco, una mala versión del cuadro que pintaste en tu cabeza. Y siempre que siento esas ganas tremendas de pintar, pienso en que para hacerlo debo dejar de escribir. He intentado casi toda mi vida hacer ambas cosas. Sin éxito. No se puede servir a dos dioses, decía Lydia Cabrera cuando le preguntaban por qué había abandonado la pintura. Tenía razón. En esta batalla de servidumbres en mi caso hasta ahora ha triunfado el dios de la escritura. Pero. De tarde en tarde.

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© Juan Abreu, 2006-2019