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Martes, 16 de enero de 2023
Termino el libro de Malcolm sobre Stein y Toklas. Menos amargo es natural que el dedicado a Plath y Hughes. Leí hace muchos años la Autobiografía de Alice Toklas de Stein, pero creo que debo leerla otra vez. Fuera de la cama, Toklas era una especie de enfurruñada sirviente de Stein, pero en la cama la relación adquiría aires sadomasoquistas y Stein era la encargada de procurar, con gran éxito, orgasmos a Toklas. Curiosamente, pero no acierto a explicar por qué, preciso, Stein llamaba a los orgasmos que le procuraba a Toklas, “vacas”. Se declara orgullosa la mejor proveedora de “vacas del mundo”. Aumenta mi curiosidad por los retozos sexuales de Stein y Toklas. Quién hubiera podido asistir a alguno, sentado como niño travieso castigado en una sillita. Con la lectura reafirmo mi certeza de que Toklas era muy fea, tanto como la triplefea areniana. Fea hasta el borde lascivo grotesco (esa fina línea espejeante). Mientras que respecto a Stein mejora mi percepción respecto a su belleza, de genio, pero belleza.