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Viernes, 22 de diciembre de 2023
Termino de leer el libro de Janet Malcolm porque ella era ella y yo soy yo. Un libro pequeño, sin verdadera intimidad, aunque con momentos de fulgor. Comienzo El dios que fracasó, que recomiendo mucho. Un libro muy necesario para esta España donde la religión comunista (nunca ha sido una ideología) se expande hoy como el pus cuando aprietas un furúnculo, pústula, u otro tipo de purulencia. Hay literatura, aunque no toda la necesaria, sobre la relación entre comunismo y religión. Recuerdo las páginas dedicadas al tema en Otra vez el mar, la gran novela de Arenas. Y ahora encuentro esta maravilla de Richard Crossman acerca de la trampa mental y moral en la que quedan atrapados rojos y rojillos una vez renuncian a la libertad individual para sumarse a la ceguera, siempre masoquista, de la masa del Partido:
“Una vez consumada la renuncia, la mente, en lugar de operar libremente, se convierte en esclava de un propósito superior e indiscutible. Negar la verdad es un acto de servicio. Por esto es absolutamente inútil discutir cualquier asunto concreto de la política con un comunista. Todo contacto intelectual abierto que tengas con él implica un desafío a su fe fundamental, una lucha con su alma. Porque es mucho más fácil ofrendar el orgullo espiritual en el altar de la revolución mundial que, una vez perdido, recuperarlo”.