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Viernes, 15 de diciembre de 2023
Leo una entrevista que hace Lucas Lírico al escritor Padura. En toda la entrevista, que ocupa más de una página, no se menciona la palabra dictadura. La añoranza fálica fidelista del esbirro Padura (sólo un esbirro cubano puede no mencionar la dictadura en una entrevista), se lo impide, supongo. No hace falta comentar el cinismo obsceno de las respuestas de Padura: no hay fusilados ni escritores presos en la Cuba socialista de Padura, ni obras confiscadas y destruidas por la policía, ni escritores, algunos mucho mejores que Padura, obligados a escapar de la isla para librarse de la cárcel y la represión. Es esperable esa añoranza fálica fidelista en un escritor como Padura, hijo en más de un sentido, de la dictadura fidelista, un escritor del viene y va a Cuba y un escritor perteneciente a la nueva clase burguesa isleña, bendecida por la dictadura (¿a cambio de no decir la palabra dictadura en las entrevistas?). Pero. Que Lucas Lírico tampoco mencione la palabra dictadura, y padezca al parecer de la misma añoranza que Padura, me sorprendió un poco. Aunque pasado un momento ya no me sorprendió, porque a fin de cuentas es un rasgo común de la intelectualidad culogorda izquierdista española que sus corazoncitos rojos nunca dejen de latir.
Y aún no he acabado. La presentación que hace Lucas Lírico de Padura es insólita, bueno, quise decir miserable. Oigan esto: “Ejerció el periodismo”. Como si en Cuba hubiera periodismo. No hay periodismo sin democracia, Lucas, que tenga que decírtelo. Y continúa: “Cumplió con sus obligaciones de cubano en los albores fidelistas y después se echó a escribir”. ¿Sus obligaciones? ¿Cuáles? Hay que reírse. Imaginen a Lucas escribiendo: “Cumplió con sus obligaciones de chileno en los albores pinochetistas y después se echó a escribir”. Lo que decía. Sus cómplices corazones rojos jamás dejan de latir.
¿Nunca terminará este sucio compadreo con los criminales y con los responsables, de todo tipo, de la tragedia cubana? Pregunto.