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Domingo, 26 de noviembre de 2023
Eros y política / Sira Rego
De la ministra Rego el púlsar erótico es la nariz. Rutilante nariz de pimiento apolismado. Luego está el torcimiento despectivo de su boquita maleva, y sus ojitos salaces, pero ya ambos en segundo lugar.
La señora ministra es fidelista, comunista, chavista, leninista, estalinista y devota de Hamas (todas ideologías y fanatismos criminales; pero vivimos en un país libre) y es, como se dice en España, toda roja por dentro y por fuera. Como se sabe, no soporto el color rojo, salvo que sea púbico: las pelirrojas auténticas son con frecuencia protagonistas de mis fantasías eróticas. Disculpen la digresión.
De cuerpo, la señora ministra viene a ser lo que en la isla pavorosa llamábamos una revijía, poca cosa, pero eso no tiene que ser algo negativo, todo lo contrario. Las revijías en la cama suelen convertirse en verdaderos reguiletes sexuales. Pero estos son detalles menores, el poderío erótico de la señora Rego, como he dicho, está en su rostro. Porque, amén de su portentosa nariz púlsar pimiento apolismado, su boquita maleva y sus ojitos lubricados, hay en todo ello al reunirse y compincharse algo que remite al peligro, al puñal oculto bajo el sobaco, que imagino hirsuto, y a la pistola camuflada a media pierna. Y todos sabemos el anhelo de sexo letal, ¡mami cómeme!, que despiertan estas mujeres.
La señora Rego trae a la política española la nariz púlsar erótico, el torcimiento despectivo de la boquita maleva, los ojitos salaces, y trae el turbio anhelo del puñal bajo el sobaco y la pistola camuflada a media pierna que provoca el ansía de sexo letal, ¡mami, cómeme!, pura delicatessen del placer sexual.