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Sábado, 28 de octubre de 2023
Eros y política /Miriam Nogueras
La boca, como todos sabemos, es el epicentro sexual femenino, una mujer sin boca (pequeña o de labios muy finos) no es una mujer erótica. Hay bocas y bocas, naturalmente, mis preferidas son las jugosas, quiero decir de labios gruesos y esponjados, que uno los mira y piensa indefectiblemente en lo único que se puede pensar en presencia de unos labios así. Por otro lado, están las mujeres con bocazas, bocas enormes que, al menos para mí, son reclamos sexuales de máxima categoría.
Lo que me lleva a Miriam Nogueras, diputada. Nogueras tiene una de esas bocas de meterse y nunca salir. Además es dentuza, que habrá a quien no le guste, pero, no es mi caso. A ese tipo de dientes los llamo yo dientes devórame otra vez.
El único problema que veo, eróticamente hablando, a la señora Nogueras, es que su rostro tiene, sobre todo al hacer como que piensa, una impronta batracio. Como si de un personaje de Miyasaki se tratara, la cara de la diputada Nogueras muta de mujer casi guapa a cara de sapo. Y esa cara de sapo, hay que decirlo, reduce considerablemente el innegable atractivo erótico de la señora Nogueras. No quiero ponerme quisquilloso, sé que los seres humanos somos capaces de follarnos cualquier cosa. Pero. Imaginen que en plena felación, miras agradecido hacia abajo y ves que te la está chupando un sapo. ¡Qué asco!
Miriam Nogueras trae a la política española la bocaza epicentro sexual femenino, la dentadura devórame otra vez, y la impronta batracio estilo Miyasaki que reduce el atractivo sexual y abre las puertas a la posibilidad de que en plena felación mires agradecido hacia abajo y te la esté chupando un sapo.