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Jueves, 19 de octubre de 2023
Los nazis de Alá–Hamas entraron en Israel y masacraron a cientos de civiles entre ellos niños. No contentos con matarlos, profanaron sus cuerpos, violaron y decapitaron. Torturaron antes de matar, además. Los israelíes, hasta el momento, han respondido con gran serenidad y contención. Como el país civilizado, hijo de la civilización occidental (la única que existe) que es. Cualquier miembro de las turbas neocomunistas belarras que salen a las calles en España para apoyar a los nazis de Alá–Hamas, en lo que a mi humilde persona respecta, es un antisemita, un ignorante culogordo o un canalla.
Y antes de retirarme a mis aposentos, dejo aquí una pregunta. ¿Han visto ustedes a los judíos salir a las calles a quemar, tirar piedras, asaltar embajadas (la de Irán, por ejemplo) o perturbar con berridos fanáticos la vida y la paz de los ciudadanos de los países civilizados, fuera de Israel, en los que viven? No. Ni los verán.
Es la diferencia entre las turbas oscurantistas de Alá y sus despreciables cómplices, y las personas respetuosas de la ley, el orden, la libertad, la opinión ajena, y la vida civilizada.