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Viernes, 9 de junio de 2023
Sigo revisando etcétera el tercer volumen de mis emanaciones (2016–2019). Y haciéndolo, a ratos, tengo la impresión de que mi escritura ha cambiado. Ese cambio en mi escritura, para mejor, creo, se debe naturalmente a mi cerebro quiero decir que lo atribuible a mi llamado “yo” sólo es una pequeña parte de la enorme cantidad de iniciativas independientes y cuyas razones ignoro, de mi cerebro (el libre albedrío no existe, como se sabe). Mi cerebro ha variado su manera de usar el lenguaje (una de sus grandes creaciones) y de percibir y describir el mundo. Y de recordar. Los recuerdos no son, tal vez, ficción, pero con la condición de que no se escriban. En cuanto el lenguaje irrumpe, todo es ficción.
Ahora pienso más en estas cosas gracias al gran libro que ha escrito Arcadi Espada sobre quién y cómo era y qué sucedió a su alrededor durante la juventud.