5262

Jueves, 2 de marzo de 2023

Se amontonan los libros en la mesilla junto a mi butacón de lectura tengo que dedicar más horas a leer y eso me hace pensar en mi privilegio de adolescencia y juventud el privilegio de crecer con personas adictas a la lectura lo que me hizo quien soy la lectura me salvó la vida. Recuerdo noches en unidades militares con los bolsillos del uniforme aquellos enormes bolsillos llenos de libros, esos libros me impedían sucumbir al horror castrense a la zafiedad estandarizada y al espanto de las madrugadas de guardia en montes y polvorines, en todos esos sitios y durante todos esos años leí para salvarme y leer me salvó. Me apartó de toda manada. Me enseñó la crucial diferencia entre estar solo y ser solo (Arenas). De la miseria moral castrista me salvó, de la estupidez y la barbarie castrista me salvó, de la abyección de la llamada Revolución, me salvó. Todo se lo debo a los libros, lo he dicho otras veces. Mi escuela qué privilegio fue la biblioteca que mi hermano mayor levantó en nuestro destartalado hogar convirtiéndolo en una inexpugnable fortaleza.

Sé que el tiempo de los libros llega a su fin y sé que a su vez mi tiempo se acaba. Pero. Cobardes, canallas, hipócritas envarados, charlatanes, sempiterna bazofia encapuchada, mierdecillas solemnes, arrastrados bufones oportunistas y traidores de toda ralea, aún estamos aquí

Comentarios

© Juan Abreu, 2006-2019