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Miércoles, 4 de enero de 2023

España es el país de las tribus, las hay de todas clases. Véase esta entrevista a una señora gitana no española, gitana. Hasta ilicitanos (nativos de Ílici, una ciudad que no existe desde hace, al menos, 2000 años) hay en España. La señora gitana, de muy buen ver por cierto; rostro seductor al tiempo que autoritario y gran boca, habla de su defensa de los derechos de la tribu gitana y, en cierto momento, dice de las feministas payas (otra tribu, parece): “quiénes son las payas para criticar lo de la prueba del pañuelo”, que practican los gitanos. Esta prueba consiste en introducir un pañuelo en la vagina de la joven novia para asegurase, los gitanos pero sobre todo el marido, de que la joven en cuestión es virgen. Que llega virgen al matrimonio. Un rito primitivo, humillante, oscurantista, grotesco y hay que decirlo, machorro (me niego a escribir la palabra de moda). El macho ha de asegurarse de que nadie metió el pito antes que él en la vagina que adquiere en exclusiva mediante el casamiento. La antigua, retrógrada, misógina amén de estúpida superstición del pecado y la moral relacionada al sexo. No como payo (qué coño será eso) sino como ser humano civilizado le digo, señora, que esa práctica es una salvajada tribal.

¡Y el entrevistador, un Simón novelero, habla de Rosa Parks! Como si fuera lo mismo un negro en Alabama en 1955 que un español gitano en la España actual. Como si fuera lo mismo reclamar el derecho a que te consideren un ser humano y no un mono al que se puede patear, segregar ¡legalmente! y hasta linchar sin mayores problemas, que reclamar el derecho a que te metan un pañuelo en el coño.

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