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Viernes, 30 de diciembre de 2022
Pobre Delfín Prats. Le acaban de conceder el Premio Nacional de Literatura. Cuba es un país en el que hay que ser un completo canalla o una víctima total (hasta el umbral de la muerte, o ya muerto, aún mejor), para que te den ese premio. El poeta Prats pertenece al segundo grupo. Conocí a Delfín en La Habana de los años setenta porque era amigo de Reinaldo. No voy a contar las bajezas de Delfín al servicio del DSE cubano, cuando este buscaba a Arenas para meterlo en la cárcel. Basta mencionar la bajeza de aceptar el Premio Nacional de Literatura que le otorgan sus torturadores. Pobre Delfín. Siempre muerto de miedo. Delfín es un gran poeta, dicen algunos. No es verdad. Si Delfín es un gran poeta, qué es Lezama Lima. Los literatos y periferia cultureta cubana (llena de escritorzuelos y pedestres poetastros) pierden con gran facilidad la perspectiva. Delfín es un poeta menor. Y es la prueba irrefutable de lo que puede hacer la dictadura cubana con un escritor que elige poner sus miedos por encima de la decencia y de sus versos.