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Domingo, 11 de diciembre de 2022
Hablo con un amigo pintor del embrutecimiento general y de cómo el arte ha degenerado y la belleza ha sido prostituida. Y le digo: el tiempo al final pone a cada uno en su lugar (lugar común). Pero. No. Me contesta. Ya no. Lo hacía antes, cuando las élites y la sociedad tenían el nivel requerido para respetar y conservar los valores que conforman y hacen posible a fin de cuentas la autoridad estética, la libertad y la belleza. Hoy ese nivel ha desaparecido y todo lo gobiernan y definen los peores: la ignorancia, la estupidez, la banalidad, la ausencia de refinamiento y la vulgaridad. Eso me contesta. Y tiene razón.
Rudolf Häsler
(Retrato de Paul Bowles.
Acrílico sobre tabla, 21,1 × 29,5 cm.)