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Lunes, 5 de diciembre de 2022

Ayer cenamos en casa con Alejandro Ríos y Esther y fue una gran noche miamense hice un arroz con sepia, calamares, gambas y langostinos y bebimos buenos vinos y un formidable orujo de hierbas y era Miami en la mesa yo nunca he dejado ni dejaré de ser miamense. Ni he dejado de ser un exiliado, naturalmente, a mí un inmigrante cubano me parece una aberración, qué digo, una traición. Uno no emigra de una dictadura. Uno se exilia, a no ser que sea un cómplice o un canalla que antes de irse ya está pensando en regresar. No se regresa al lugar donde te esclavizaron. Y pensé que ya quedamos pocos, que Miami ha sido colonizada por el DSE (Departamento de Seguridad del Estado) de la dictadura y en que los cementerios de Miami están llenos de exiliados como nosotros y las calles de la ciudad y los medios de comunicación y las universidades llenas de policías, chivatos, profesionales del diálogo, informantes y, en fin, de agentes enemigos. Pero. También pensé en que hay aún un grupo formidable, pienso en mis hermanos en Andrés, en Luis, en Daniel, en Armando, en Nancy y en tantos otros que hemos resistido durante décadas sin rendirnos, y que no nos rendiremos jamás

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© Juan Abreu, 2006-2019