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Martes, 1 de noviembre de 2022

Tengo un amigo en Miami, abogado, especialista en casos de libertad de expresión. Hablábamos sobre el tema cuando yo vivía en Miami. Un tema que me interesaba y me interesa mucho. Pensé en este amigo al leer el editorial de hoy del diario El Mundo. El editorial cree “imprescindible que el nuevo propietario (de Twitter) cumpla con su compromiso de establecer en la red social un sistema de moderación de contenidos que evite, entre otros peligros, la difusión de mensajes de odio”; y que “sería deseable que los gobiernos propiciaran la existencia de órganos de autorregulación en las empresas con mayor influencia para detectar y expulsar de las redes a quienes actúan con comportamientos que en muchas ocasiones son delictivos”. Una atrocidad. Porque, en el fondo edulcorado por el buenismo redactor, eso equivale a coartar la libertad individual y la libertad de expresión. Las leyes sobre la libertad de expresión, este era un tema recurrente de conversación con mi amigo, sólo aplican al mundo gubernamental. Se puede demandar al Estado por no respetar o violar la libertad de expresión de un ciudadano o una empresa, pero eso es todo. En temas de libertad de expresión es antidemocrático regular a las empresas privadas y en consecuencia a los individuos. Legislar sobre sentimientos es contrario a la libertad de ser y de expresarse. De ahí que el Delito de odio en España sea censura grosera y un gesto totalitario. Niños, no odien, es malo, pero no se preocupen que Papá Estado los protegerá. Pero. Lo cierto es que todos tenemos derecho a odiar a quién nos venga en gana, y a decirlo libremente.

Cualquier regulación a la libertad de expresión (y por tanto de difusión) a una empresa privada es censura. Cualquier intento de castigar a un ciudadano por sus opiniones, es censura. Si se calumnia, para eso está la Ley. La Ley, en democracia, sólo tiene derecho a regular o castigar los delitos. Opinar no es un delito. Ofender no es un delito. La libertad de expresión es la base fundamental de la libertad individual y de la Libertad. Cualquier regulación a una empresa privada por parte del Estado, con el objetivo de que censure las opiniones de los ciudadanos que la utilizan para difundir sus opiniones es censura gubernamental encubierta.

El diario El Mundo debería saberlo. Y sobre todo no debería alinearse con el Estado Censor.


Y. A propósito

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