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Lunes, 31 de octubre de 2022

Felipe González siempre me ha causado una gran repugnancia, su impronta marrullera. Tiene mucho que ver, además, su política hacia Cuba, que consistía en chuparle el culo a Fidel Castro. Es pura conjetura, pero pienso que en la videoteca del DGI castrista Felipe González será un personaje destacado. Mucho que ver, pero no todo que ver. Felipe González fue fundamental en el endiosamiento de los partidos políticos españoles y en la corrupción y politización de la Justicia española, léase en el envilecimiento de la democracia. El vertedero que es la política española hoy, se debe en gran medida al señor González. Aznar refrendó y fortaleció la partitocracia y la decadencia democrática con sus abyectas cesiones al tribalismo catalán, pero González fue el iniciador del desmadre. Hizo esto y lo otro bien, dicen muchos. Pero. ¿De qué sirve si echó las bases de la descomposición de la joven democracia española? La gangrenada España de hoy es la España que fundó González.

Y ahora, en pleno disfrute de su condición de ricachón de la política, se dedica a apoyar a Pedro Sánchez, poniendo así una vez más a los ciudadanos españoles libres e iguales en manos de la gangrena regional catalana y vasca. Todo por el Partido. El Partido Primero. Los hombres pasan, el Partido es Inmortal.

Y como estoy convencido de la importancia crucial de Eros en la política, estoy seguro de que, como sucedió con Castro en Cuba, una enorme cantidad de españoles continúa deseando que se los folle el marrullero pero apuesto y carismático Felipe González. Ya papujo González, semejante más a una milenaria caguama o a la cagada petrificada de un puercoespín que a un ser humano. Pero. Aún. Y así votarán.

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