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Jueves, 27 de octubre de 2022

Acabo de ver a la ministra Montero socialista responder a un diputado de EtaBildu. El diputado, un hombre con cara y cerebro de reflujo estomacal, hablaba en la tribuna (provista por la democracia de los españoles libres e iguales y, supuestamente, al servicio de los españoles libres e iguales) de su compromiso exclusivo con los vascos, vascos primero, y si les sobraba algo, generosos, lo arrojarían a los cerdos del Estado español.

Escuchándolo, pensé que aquello era la cúspide de lo repugnante y que VOX tiene razón cuando dice que hay que prohibir a todos los partidos independentistas. El independentismo y el nacionalismo provincial o regional en España no es una opción política, es una forma de gangrena territorial. Miraba la cara de aquel tipo y la cúspide de lo repugnante, pensaba, como dije.

Pero. Cuál no sería mi sorpresa (lugar común) ante la respuesta de la ministra Montero a EtaBildu. Su intervención (desde el tono sumiso y culopostrado, al contenido rastrero), era mucho más asquerosa que la del vasco primero de EtaBildu.

Y. Mientras Montero humillaba a los españoles libres e iguales con su respuesta, los diputados de EtaBildu (sobre todo la hiena Aizpurua), reían en la tribuna con una risita mezcla de tiro en la nuca victorioso y bomba lapa bajo el coche triunfante.

Una risita levantada muerto a muerto por los partidos Pp y Psoe sobre los cadáveres destripados por las bombas y los cerebros reventados por los disparos.

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© Juan Abreu, 2006-2019