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Sábado, 15 de octubre de2022
Leo que el Guggenheim de Bilbao cumple 25 años y recuerdo que fuimos hace años, aprovechando un viaje de placer mucho placer a Oviedo, y me pareció un lugar espantoso. Bilbao, no el museo. Me gusta la arquitectura escultural sobre todo en los museos. Incluso antes de llegar la fetidez Colau, ya Barcelona era una ciudad miserable porque carecía (y carece) de un gran museo una ciudad sin un gran museo y su gran colección no es una ciudad es un descampado, así Barcelona. Gaudí es lo único que salva a Barcelona sin Gaudí Barcelona no sería nada, y después de la llegada de la fetidez Colau es un pueblo machetero drogata cuchillero y vertedero.
Pero. Lo de Bilbao. Un pueblo siniestro como todo el País Etarra un pueblo de una etarrez aterradora cómo es posible que esta gente (los vascos) coma tan bien y sea tan mala, me decía un buen amigo hace poco y tiene razón, un lugar en el que hasta el paisaje es sombrío un paisaje como el preludio de un crimen (¿quién contagia a quién el paisaje a los vascos o los vascos al paisaje?; he ahí un tema para un libro) y las ovejas pastan en el cerebro de los lugareños. El edificio de Gehry muy bonito como he dicho, pero no he vuelto a Bilbao ni volveré aunque exhiban allí a mi adorado Bacon a mi adorado Hockney o a mi adorado Phillip Guston.
Ya sé que los políticos y los negociantes tendrán miles de razones pero me pregunto ¿cómo es posible levantar un museo así en medio del escenario de una matanza? El museo que necesitaba y necesita Bilbao es uno que recuerde y honre a las víctimas de la matanza vasca. A ver si Gehry se anima.