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Martes, 23 de agosto de 2022

En el espacio exterior se lloriquea mucho y reina la hipocresía la cháchara suicida y la mamalonería pacifista y progre más acendrada (Un crimen abyecto que debe ser condenado sin paliativos. El terrorismo jamás es la respuesta legítima a ninguna agresión, por brutal que sea, Editorial de El Mundo) por lo del asesinato de la hija del ideólogo racista ruso Aleksandr Duguin. Pero. Aunque lo cierto es que yo hubiera preferido que mataran al padre. O a Putin. Los ucranianos tienen todo el derecho (y digo más, la obligación) de matar a sus enemigos donde quiera que estén. Sobre todo, a los dirigentes, ideólogos y propagandistas de cualquier signo del régimen asesino ruso.

Lo peor que hicieron los cubanos (y esto los ha condenado a sesenta y tres años de dictadura comunista, y los que faltan) es haber renunciado cobardemente a matar a sus enemigos.

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© Juan Abreu, 2006-2019