5086
Domingo, 21 de agosto de 2022
“Alrededor de ese enfermo de megalomanía que es Manuel Azaña se agrupaban fracasados que juzgaban llegado el momento propicio para saciar sus ansias de pillaje y para curar las viejas heridas de su vanidad. Una mayoría parlamentaria, en la cual había hombres procesados por robo, histéricos, analfabetos y energúmenos, cortaba cualquier discusión con el gesto rápido de buscar la pistola en un bolsillo de los pantalones. El gobierno era una sombra. (…) Aquí y allá, como chispas, aparecían los síntomas del mal que iba a estallar”.
Sigo con El terror rojo, el tremendo y muy esclarecedor libro de Wenceslao Fernández Flórez.