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Jueves, 14 de julio de 2022

A las nueve de la mañana, mientras desayuno, ya han puesto en la tele cincuenta veces lo de San Fermín. Los toros y los suicidas que corren delante de los toros. He estado en el lugar donde comienza la cosa, una plaza espantosa con esa película sombría y como de tiro en la nuca y bomba bajo el coche que tiene lo vasco y en mi cerebro, por extensión, lo navarro. Estos días los poetas y los periodistas, que vienen a ser hoy lo mismo en España, llenan de lirismos y otras calderillas novelescas los diarios y las pantallas. Les pone mucho lo de la gente corriendo delante de los toros y no paran de hablar de Hemingwaywayway; pero no es más que el gen DRD4 y la necesidad de un high de dopamina. Al principio pensaba que lo de San Fermín no era más que una excusa para follar, pero después fui conociendo a los vascos y navarros y es fama que no son muy de follar así que veo el asunto con cierto desconcierto. Me han dicho que las muchachas se sacaban las tetas en las aglomeraciones de San Fermín, lo que justificaba todo el alboroto, pero creo que ya no, por las nuevas políticas de Trans Power y el coño al chocho.

Yo la única razón que encuentro para correr delante de un toro es que al final de la calle y en medio de la plaza me esté esperando desnuda y patiabierta, Monica Bellucci.

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© Juan Abreu, 2006-2019