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Jueves, 9 de junio de 2022

Hablo con Marta de la muerte y recuerdo a Marcelo uno de los maridos de mi tía Nena. A veces iba a la casa de mi tía Nena y me quedaba a dormir más o menos adolescente y su hijo mi primo trataba de violarme el pobre, pero no es de eso de lo que quiero hablar. Hasta televisión tenía mi tía Nena y cortinas y vasos y platos bonitos y una cocina sin ratas y colchones en todas las camas, aquello parecía una casa de verdad, no la nuestra, por eso me gustaba.

Mirábamos Marcelo y yo aquella noche uno de esos programas espantosos de la televisión revolucionara y, sin que yo percibiera nada especial en ningún orden de cosas, Marcelo dejó caer la cabeza sobre el pecho pero no era sueño era un apagón. No sé lo que pensé en ese momento, ni si sentí miedo, pero me levanté y busqué a mi tía que estaba en su habitación o en la cocina y ella vino y llamó y sacudió a Marcelo pero Marcelo no despertó. Marcelo un hombre callado, serio, muy trabajador y bigotito dueño aún de un kiosco en la Plaza del Mercado (una especie de Boquería), la gran Revolución no lo había liberado aún del kiosco en la Plaza del Mercado.

En aquel momento no lo aprendí, siempre se aprenden las cosas años después, pero eso era la vida: el preludio de un apagón. Y los terribles gritos de mi tía naturalmente.

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© Juan Abreu, 2006-2019