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Domingo, 24 de abril de 2022

Soy partidario de la mascarilla. Sobre todo en lugares donde haya muchos seres humanos. Los seres humanos en grupo, si se les ve bien, son una experiencia aterradora. Es más soportable si llevan mascarilla. Luego está el uso de la mascarilla como elemento de promoción artística. En el Leopold Museum, de Viena, encontré una que es un cuadro de Egon Schielle. Cuando voy al mercado con mi mascarilla de Schielle embellezco el tejido social, como dicen los políticos y los literatos, y desembrutezco un tanto al común mortal. Otra cosa fabulosa de la mascarilla es que la gente tiene más difícil apercibirse de que te burlas de ella: la boca delata mucho. Quiero decir, que no haré caso de las nuevas disposiciones gubernamentales respecto al uso de la mascarilla. No por el momento al menos.

Trataré de leer tres o cuatro horas.

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© Juan Abreu, 2006-2019