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Lunes, 4 de abril de 2022

Vamos a Málaga y Sevilla. Ya en el avión, compruebo que ha aumentado mi rechazo a la gente. Me produce un característico malestar estar rodeado de gente ¡y a tan poca distancia! ¡Y en una situación de la que no puedo escapar! Mientras más cerca las tienes, mejor percibes lo grotescas que son. ¿Fobia a la especie? No digo que no. En Málaga, la presentación de Molde roto, un libro ineludible para los amantes del flamenco, y sobre todo ineludible para los que no lo aman. A ver si aprenden. Abrazo a mis queridos María Elvira y Ramón (eso ya justifica el viaje) y luego juerga flamenca que para mi es siempre un perenne Buana Buana King Kong.

En la mañana, en el tren a Sevilla, Esther Vilar. Qué mujer genial, mientras más la leo más conozco al mujerío. Durante el viaje, la misma sensación de malestar, demasiada gente y demasiado cerca. Almuerzo en Casa Román. Bien. La manzanilla del aperitivo. Paseos. La gentileza, la exuberancia, la alegría de los andaluces. Comparada con Sevilla, Barcelona es un barracón engreído, un chirrido de uñas en el encerado.

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© Juan Abreu, 2006-2019