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Martes, 22 de marzo de 2022

Recuerdo aquellas tardes en el Parque Lenin, lo único positivo que se puede decir de Lenin es que nos reuníamos en un lugar que llevaba su nombre, a leer nuestras obras: poemas, obras de teatro, cuentos, fragmentos de novela. Éramos un puñado de niños (en todos los sentidos). Arenas, los Abreu, Luis de la Paz. En aquel parque espantoso se leyó por primera vez La perlana, una novela de Nicolás que, aún no lo sabíamos, era lo más original que se leería en ese parque ya histórico (literariamente), incluyendo lo leído por Reinaldo. Y Rey leyó fragmentos de El central, Otra vez el mar y El asalto, entre otras obras maestras.

Ahora se ha publicado una nueva edición, la edición definitiva, de La mujer sin tetas, que incluye y engrandece La perlana, y es la única novela, que yo conozca, donde los protagonistas principales son dos novelas, un tumor maligno y una voz sufriente que se niega a claudicar ante nuestra suerte (la de la especie) y proclama que la imaginación es el bien supremo y que aún en el horror se oculta un hermoso e inclasificable canto. No se ha escrito en la isla pavorosa una obra más original que La mujer sin tetas desde Celestino antes del alba.

La literatura cubana debería, qué optimista soy, estar hoy de fiesta.

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© Juan Abreu, 2006-2019