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Sábado, 5 de marzo de 2022

Putin pretendía asustar a Europa y USA con sus bravatas nucleares, y lo ha conseguido. Lo único que hacía falta para demostrar a Putin que no estábamos cagados de miedo y que no le permitiríamos masacrar a los ucranianos cómodamente sentados sobre nuestros gordos culos, era una llamada telefónica. Del presidente de USA (con Francia no se puede contar para estas cosas). Una llamada. Para decirle a Putin: Señor Putin, si usted lanza un misil con carga nuclear en Ucrania o cualquier otro sitio), nos da igual su potencia, borraremos del mapa Moscú y San Petersburgo y, naturalmente, borraremos del mapa cualquier sitio donde se encuentre usted. Y después de esa llamada, enviar cazas de última generación a los ucranianos. Arrebatar la impunidad aérea a los invasores rusos.

Dicen que Putin está loco. Decir que Putin está loco y convencernos de que lo está, es la joya de la corona de la propaganda rusa. ¡Está loco! ¡Cuidado! ¡Se pondrá a lanzar bombas atómicas! ¡No lo enfademos! Pamplinas. Putin no está loco. Ni quiere morirse. Asegurarle que se lanzará una bomba atómica en su cabeza si usa armamento nuclear y que al menos la mitad de su Rusia Eterna desaparecerá, es la mejor manera de rebajar sus ínfulas imperiales.

El mayor error cometido por Ucrania fue entregar sus armas nucleares.

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© Juan Abreu, 2006-2019