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Jueves, 3 de marzo de 2022
Huir es una gran cosa. Yo mismo he levantado, partiendo de la huida, una razón de vida y obra. Pero huir no da derecho a nada. Todo depende de lo que se haga con esa huida. Aquí, allá, da lo mismo el lugar donde al fin nos instalemos (siempre que no sea un país comunista, claro). Ya saben ustedes que para mi lo del lugar donde nacimos y la melopea tribal sentimental adjunta, y mierda, es lo mismo. Dicho esto, todos los inmigrantes no son iguales. Hay niveles de civilización, como es obvio, y los inmigrantes, o refugiados, de sociedades más civilizadas tienden a tener una actitud civilizada allá donde van. De los que vienen de sociedades más incivilizadas y oscurantistas, religiosamente hablando, es lógico esperar un trasvase de incivilización y hasta de salvajismo y una instauración de sus oscurantismos religiosos en las sociedades donde se les acoge.
Digo estas obviedades porque escucho por ahí que todos los refugiados o inmigrante son iguales y lo mismo. No lo son.