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Lunes, 21 de febrero de 2022

Ya no se puede tomar en serio a ningún partido político español que no lleve en su agenda, como mínimo, la devolución de competencias autonómicas al Estado. Lo ideal sería reducir a todos esos mini países a lo que son, provincias de España. En España hay (posiblemente, no me voy a poner a contar toda esa porquería) más presidentes que en toda Europa. Gobernadores son y es lo que deben ser. Debe recuperarse la Educación, convertida en un arma de disolución de la España de españoles libres e iguales y en un alimento de la antiespañolidad; la Educación en Cataluña y el País Vasco, por mencionar los casos más graves, son maquinarias tribales al servicio de la creación de patriotas catalanes y vascos y no, como la más elemental lógica indica, a la de ciudadanos españoles libres e iguales.

Deben desaparecer todas las policías regionales y sustituirlas por una Guardia Civil que encarne el compromiso del Estado con la seguridad de sus ciudadanos, es decir de los españoles libres e iguales. Las particularidades regionales españolas deben regresar al sitio del que nunca debieron salir: el del folklor. Imponer cualquiera de estas particularidades a los españoles libres e iguales no sólo es rendirse al tribalismo es también anticivilizatorio. Obligar, por ejemplo, a un niño español nacido en el País Vasco, a estudiar euskera e imponer una supuesta cultura euskera a ese niño español no es sólo una estupidez, es abuso infantil. Si España quiere sobrevivir como nación está obligada a imponer (sí, imponer) la igualdad en libertad de todos los españoles. ¿El Cupo Vasco? El Cupo Vasco es la principal pústula de la gangrena tribal que amenaza a la nación Española (la única nación que hay en España). Es hora de que Libres e Iguales sea algo más que un slogan y se convierta en el principal propósito de la vida y la política española.

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© Juan Abreu, 2006-2019